El Patagonia Beer Trail

San Martín de los Andes – Villa Llanquín – Bariloche – Ñorquinco – Epuyén.

Caminos solitarios y remotos, sentimientos de aventura y libertad en el corazón de la Patagonia argentina. Una verdadera experiencia de bikepacking sudamericano.

EL PATAGONIA BEER TRAIL

El clima patagónico es quizás el elemento más extraño y ajeno a nuestra experiencia. Estuvimos cerca de dos semanas en la misma latitud (40 grados sur) para intentar comprender la dinámica de las temperaturas pero no encontramos ninguna pista; a veces hacía mucho frío, luego calor, después soplaba el viento, después ya no… En Colombia los pronósticos del tiempo tienen la misma precisión que el horóscopo y por eso son casi inexistentes para nosotros; pero en Patagonia estos modelos son una herramienta indispensable y todo el mundo está al tanto del clima, pues al final es el cielo quien determina el comportamiento de nosotros los humanos.

Patagonia Beer Trail Bikepacking

Así las cosas, con un panorama de tres días de buen clima nos embarcamos en dirección sur a través de la ruta Patagonia Beer Trail (PBT): aunque el nombre del camino no tiene nada que ver con la realidad. Si bien esta región es uno de los epicentros cerveceros más famosos del mundo debido al excelente hábitat para sembrar el lúpulo y por las aguas prístinas que  emanan de las montañas y glaciares, la oferta de cervezas artesanales se encuentra solo en las grandes ciudades (Bariloche, Bolsón, San Martín, etc.) y no al pie del camino como tanto lo hubiéramos deseado. Pero lo importante es que las famosas y deliciosas cervezas patagónicas estarán ahí para invocar los buenos vientos antes de partir o para celebrar la misión cumplida.

Patagonia Beer Trail Bikepacking
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Salimos de San Martín por un camino empinado que rápidamente se desvío de la popular Ruta 40 y tomó destino hacia Villa Meliquina por una carretera de ripio que bordeaba las aguas turquesas del Río Caleufú. Remontamos el Paso del Córdoba, una trepada de 11 kilómetros desde donde divisamos inmensos valles. Más adelante conectamos con la carretera asfaltada Ruta 237 que lleva hacia Villa Llanquín, un interesante poblado al cual solo se puede acceder mediante un puente colgante o un planchón sobre el Río Limay.

Patagonia Beer Trail Bikepacking
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En Villa Llanquín conocimos a Alejandro, un ciclista argentino de Neuquén que viaja en compañía de su linda y juiciosa perrita Cochina. Compartimos con ellos una cerveza con pan y algunas anécdotas de la vida y del camino.

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Al día siguiente la ruta tomó otro semblante y los caminos se hicieron angostos y solitarios. Si bien gran parte de la ruta discurre por terrenos privados, casi que se puede decir que existe un acuerdo tácito del libre paso para ciclistas y caminantes con el compromiso de dejar cerrados siempre los portones para que no se escape el ganado, no hacer fuego ni acampar en estos predios.

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Al final de la tarde llegamos a la cabecera municipal de Dina Huapi donde tuvimos acceso a internet y revisamos el pronóstico del clima. La ventana de tres días estaba por cerrarse y el panorama se pintaba de fuertes lluvias y nevadas, así que hicimos caso a los meteorólogos y buscamos refugio bajo techo en Bariloche.

Dicho y hecho, del cielo se desplomaron lloviznas y nevadas durante una semana. Nos causó curiosidad ver a la gente local impactada por la nieve en esa época del año y empezamos a oír de manera más recurrente que la primavera en 2023 se venía comportando de manera poco habitual.

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Tanta quietud nos empezaba a colmar la paciencia, sobre todo porque el sabor de la última etapa había sido muy especial y queríamos volver a estar inmersos en esas sensaciones. Pero no había otra alternativa más que descansar, ocasionalmente leer y sobre todo estar con los ojos en la pantalla de las aplicaciones del clima hasta el punto de volvernos monotemáticos con el asunto.

Por fin hubo tregua y retomamos la ruta. Varios días de descanso nos dejaron con las piernas descargadas y pudimos avanzar con muy buena cadencia. Las nevadas de los días anteriores habían pintado un paisaje hermoso.

 

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Para la segunda mitad de la ruta tuvimos varios cruces de ríos que después de las nevadas estuvieron más crecidos de lo normal. El primero de ellos, el Pichileufú (Pichi: pequeño, Leufú: río, en mapudungun) estuvo muy ancho, poco profundo, pero muy muy frío, un buen escenario para debutar. Estas maniobras de cruzar ríos nos tomaron mucho tiempo; los rodamientos del pedalier y de las ruedas, y en general todos los componentes de la bicicleta, sufren mucho al sumergirse en el agua. Por eso preferimos pasar el equipaje realizando varios porteos y luego cargar las bicicletas sin peso.

Patagonia Beer Trail Bikepacking
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Teníamos tiempo a nuestro favor y continuamos más allá del punto de campamento sugerido para esta etapa. Llegamos a una estancia y mientras pasábamos por un costado los perros ladraron y apareció un hombre que nos invitó a pasar y que de alguna manera insistió en que acamparamos allí esa noche. Don Juan es el “puestero” de La Costa, así se denomina a los trabajadores que cuidan las estancias, pasa gran parte del tiempo solo y por esto entendimos su interés de compartir con alguien. Nos invitó a tomar unos mates y a comer asado de “caponcito”, y no lograba comprender por qué razón estábamos  viajando en bicicleta por esos parajes. Ya más entrados en confianza nos preguntó si estábamos pagando alguna promesa o penitencia, lo dijo en un tono serio y con algo de vergüenza. Pero reímos y simplemente recalcamos que la belleza de las tierras patagónicas siempre nos ha motivado e intrigado y que desde la bicicleta podemos percibir de manera más viva la naturaleza salvaje.

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Al día siguiente partimos con mucha energía pues al mate que Don Juan ceba en las mañanas le pone azúcar, mucho azúcar. A los pocos kilómetros nos enfrentamos con el cruce del Río Las Bayas. Habíamos visto, en fotos de otros viajeros, que este cuerpo de agua no alcanzaba siquiera a ser un cauce sino varios charcos separados, pero en este caso la profundidad rozaba nuestras cinturas. Pasamos un tiempo largo tratando de buscar la mejor línea para cruzar. Recordamos esos días soporíferos de clase de mecánica de fluidos en la Universidad y al profesor recalcando que las corrientes se aceleran a medida que los canales son menos profundos, así que nuestra trivia empezó buscando la mejor seguidilla de secciones turbulentas.

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Más adelante nos encontramos con otros dos ríos y secciones sumamente fangosas donde era imposible pedalear y muy difícil empujar las bicicletas pues las ruedas acumulan tanto barro que simplemente no pueden girar. El saldo fue una corta etapa de 20 kilómetros. Por fortuna alcanzamos a llegar a un vallecito que habíamos visto entre las curvas de nivel y allí pudimos tender la carpa.

Al otro día el repertorio fue del mismo porte: recorrimos el primer kilómetro en 4 horas y antes de completar los 4 kilómetros ya habíamos almorzado. Si bien estábamos disfrutando como nunca esa experiencia, y el sentimiento de aventura y silencio eran sobrecogedores y placenteros, el avance que veníamos registrando estaba muy por debajo de los planes; de seguir así nos íbamos a quedar sin comida.

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Luego de cruzar un alto que estaba nevado en su cima las condiciones del camino mejoraron y descendimos a toda velocidad hasta un valle habitado por caballos salvajes de todos los colores. Enfrentamos el último cruce de río (Arroyo Mantoso) y el sol nos calentó, nos secó y sobre todo nos llenó de energía para remontar el último alto de la ruta. Desde allí descendimos con suma precaución pues el camino era de piedra filosa y en cualquier descuido se puede rajar una cubierta. Esa noche llegamos hasta una estación de tren abandonada donde pasamos la noche.

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Desde ahí el camino regresó sobre carreteras de gravilla. Cruzamos el poblado de Ñorquinco y llegamos hasta El Maitén donde encontramos asilo en el camping municipal. En Maitén se encuentran ruinas y talleres del sistema ferroviario de La Trochita, otrora una importante línea de tren que conectaba los principales poblados de la Patagonia. Hoy solo queda el recuerdo y la añoranza de esos tiempos pasados en forma de monumentos construidos a partir de viejas locomotoras.

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La línea original del PBT termina en el Bolsón, pero nosotros decidimos continuar hasta Epuyén. En esta jornada celebramos los primeros mil kilómetros de este proyecto Primavera Cero: La Patagonia en Bicicleta.

 

El PBT quedará guardado en nuestra memoría como una de las mejores experiencias de la vida. Estuvimos inmersos en paisajes solitarios, remotos y salvajes durante varios días, respirando naturaleza y aventura a cada instante. La conexión fue suprema en todos los aspectos; entre nosotros, con las bicicletas, con el entorno. Fuimos muy felices, nos divertimos mucho y con esta experiencia afirmamos que este es el estilo de viaje que nos motiva a seguir pedaleando por nuestra Cordillera de Los Andes.

 

¡Gracias por leer!

Mapa y GPX

Esta ruta fue documentada por el señor Taneli Roininen y está publicada en Bikepacking.com. Allí se puede encontrar información y noticias sobre la ruta. Así mismo recomendamos leer el relato de Hana y Mark para mas ideas e inspiriración.

Coyhaique – Valle Simpson – Villa Cerro Castillo – Puerto Río Tranquilo – Valle Glaciar Exploradores.

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