CUBA LIBRE

En Octubre de 2018 fuimos por 3 semanas a pedalear por Cuba, la isla más grande del caribe, la última colonia española en américa y uno de los últimos bastiones del socialismo. Cuba es un destino obligatorio para todo cicloturista; aunque se ruede por carreteras principales el sentimiento de aventura y aislamiento es supremo, no se consiguen provisiones con facilidad, el paisaje es abrumador y está cargado de historia en cada esquina. Este relato corresponde a la etapa vivida entre Cienfuegos y Playa Girón, probando unos pocos metros de La Ruta Mala.

Compañeros poetas, tomando en cuenta los últimos sucesos en la poesía, quisiera reportar, me urge…

El día de hoy no tiene parangón y se ha salido del libreto. Previendo una larga jornada hemos dejado atrás Cienfuegos en la oscuridad de un nuevo día, guiados por una luna llena amarilla durante los primeros 20 km. Atrás el sol se anunciaba pintando de tonos carmesí el firmamento. Una leve subida adornada por un tupido bosque de árboles se llenaba de humedad y neblina haciéndonos invisibles en la carretera y vulnerables ante el tráfico pesado y a la poca costumbre de unos cicloviajeros en el tránsito de la madrugada. En el descenso llegamos a un valle atípico para la geografía cubana; grandes pastizales, plantaciones de agave y construcciones abandonadas tipo comunista-socialista-marxista-leninista-guevarista. Al km 33 vendría la verdadera novedad; un desvío hacia la derecha que conducía por una carretera destapada que se anunciaba con charcos y barrizales que ponían en jaque a nuestra selecta transmisión de 36-46 por 11-28 de 10 velocidades.

CubaLibreWB (55)

El camino era para caballos, con piedras de coral y ramas de acacia con muchas espinas. Era difícil disfrutarlo a plenitud pues había que estar al tanto de las trampas de arena que más de una vez nos hicieron perder el equilibrio. Por otra parte, había que sortear los innumerables cangrejos que se abalanzaban erráticamente y espantarlos con el grito de guerra Quimbaya-Chibcha: “jo cangrejo, jo!”, uno de ellos no atendió al llamado y termino espichado por mis 77 kilos de humanidad, pobre crustáceo. En los cálculos teníamos presupuestados 15 km de “single track” pero cuando ya estábamos cerca de este guarismo nos encontramos con un guajiro pedalista, con una bicicleta de la prehistoria que auguraba al menos 20 km más de trocha. El mar con su sereno rugir amainaba el trabajo y hacía más viva la experiencia de pedalear por el caribe centroamericano.

Luego de 450 km de pedaleo por la isla de Cuba llegaría el primer impuesto: pinchazo de la llanta delantera. Rápidamente saque una regla de 3 sencilla: “Si en 450 km me pincho una vez… pues el próximo pinchazo sucederá en el km 900″. Dicho y hecho a menos de 500 metros otra espina de acacia hizo de las suyas y nuevamente en la rueda delantera; como diría mi papá: “otra vez mi novia embarazada y del mismo policía”. Al fin salimos del camino difícil  y aunque esperábamos encontrar una carretera asfaltada y afirmada, esta era destapada y arenosa, sino que lo diga la buena Cata que se estrenó con un resbalón a la salida de una curva.

Rozando las 2 de la tarde, con mucho calor, pero poco expuestos al sol, retomamos contacto con la civilización: un paradero turístico tipo buffet que nos ofreció un generoso descuento dada nuestra condición de vegetarianos, pero con el gancho de poder consumir todo el licor que consideráramos suficiente… El saldo: dos platos de verduras con arroz, dos platos de fruta, 12 cervezas, 5 mojitos y 8 piñas coladas. Aún quedaban 40 km por delante para llegar a nuestro destino: Playa Larga, ahora ¿quien podrá ayudarnos?

Al principio la respuesta fue La 33 y su pantera mambo; no hay cuerpo que se resista a este son y que por ende no responda con una cadencia aceptable. Pero Oshun no permitiría tal improperio y se vendría con un fuerte chubasco tropical, nosotros, respondíamos con buen ritmo y con la inconsciencia alegre de quién pedalea borrachito.

Nada podría amainar los ánimos, estábamos inspirados: a nuestra izquierda la Bahía de Cochinos, la mítica ensenada que legitimó a la revolución de Castro cuando en 1961 una coalición de cubanos exiliados y la CIA orquestaron una invasión fallida que el ejército rebelde logro controlar en pocas horas. Si los americanos con toda su parafernalia no habían podido retomar la isla, entonces nadie podría hacerlo. Patria o muerte. Ahora en la radio cantaba Silvio, un deja vu que aguardaba desde la adolescencia y que se hacía realidad mientras rodábamos por la tierra de los hombres negros, rojos y azules que pueblan el Playa Girón.

¿Y cómo podría terminar un día como este? Pues como empezó: con magia, con la luz de la luna señalando nuestro camino, con el amigo mar como testigo y con el sonido compañero de los metales en cada revolución, de pedal. Que dios bendiga los frijoles negros, el plátano frito, la cerveza cristal y el ron cubano.

Cuba es un país más costoso de lo que se piensa y conviven paralelamente dos mundos; el del turismo y el del cubano local. El hospedaje más sencillo (Casas Particulares) cuesta 25 – 30 dólares en acomodación doble, el desayuno del orden de 10 dólares, y una cerveza vale entre 2 y 3 dólares. El servicio de buses para turistas (Viazul) transporta las bicicletas con un costo añadido de 4-7 dólares. Es casi imposible conseguir repuestos para la bicicleta, asegúrate de traer los tuyos. A diferencia de los demás países de Latinoamerica no existen mercados o tiendas sobre la carretera, así que cargar con 2-3 litros de agua al día no es mala idea, así como buenas provisiones.