El Fin de la América Continental

Estrecho Magallanes

Este relato cubre la sección entre El Chaltén y Punta Arenas, cruzando por el paso Fronterizo Río Don Guillermo y visitando la ciudad de Puerto Natales; los últimos kilómetros de la América continental.

Paso Río Don Guillermo

Habíamos dejado nuestras bicicletas a un lado durante más de dos semanas para explorar a pie las montañas de El Chaltén; pero era hora de retomar nuestro camino al Sur, con Punta Arenas como próxima gran meta volante.

Las etapas entre El Chaltén y el Paso Fronterizo Río Don Guillermo, para cruzar a Chile, eran de “transición”; contaban con una mayor dosis de asfalto a la que estábamos acostumbrados y era la ruta obligada, no hay otras alternativas para llegar hasta allí. Esta vez, la aventura adquiría un matiz diferente: nos enfrentábamos a la verdadera pampa, con pocos lugares para acampar y con el viento en contra que es habitual en esta sección.

Patagonia Bikepacking

El único día en el que no tendríamos este desafío era la primera etapa: salir de El Chaltén. Así que, con la promesa de tener viento a favor, partimos cerca de las dos de la tarde, avanzando velozmente a lo largo de los 90 kilómetros que nos separaban de la intersección con la Ruta Nacional 40. Cuando estábamos por llegar, las ráfagas de viento comenzaron a aumentar de intensidad y el cielo se cubrió de nubes amenazadoras. Decidimos escondernos en el refugio que se encuentra en el cruce de caminos, donde coincidimos con otros tres viajeros. Juntos, observábamos cómo el viento azotaba las ventanas con una fuerza inquietante, recordándonos la imprevisibilidad de la naturaleza en estas tierras salvajes.

Patagonia Bikepacking

Durante las etapas siguientes los 3 puestos de vialidad de la AGVP a lo largo de la ruta, se volvieron puntos estratégicos para reponer fuerzas, obtener agua y buscar refugio temporal; estos espacios son lo único que hay en el camino: Irene, El Cerrito y Tapi Aike. En estos puntos recargamos nuestros bidones, tuvimos acceso a wifi para ver los pronósticos del clima y solo en el último, aprovechamos para acampar.

Salimos del refugio de la ruta 40 más tarde de lo acordado. A unos 20 kilómetros de iniciada la jornada tuvimos que poner en marcha la estrategia de relevos para lograr avanzar: cada uno debía liderar por un kilómetro. Ese día dormimos a orillas del Río Santa Cruz; en este punto hay una estancia abandonada donde muchos viajeros pasan la noche. Nosotros decidimos explorar unos metros más al fondo y encontramos una zona verde abierta perfecta para acampar.

Patagonia Bikepacking
Patagonia Bikepacking

Al siguiente día, el sueño nos dominó y salimos a la carretera muy tarde. Sin embargo, logramos completar la mayor parte de la ruta sin viento; parecía que el clima había tenido compasión de nosotros. Durante esta jornada, ascendimos el famoso Alto de Miguez, una cuesta de 14 kilómetros con una pendiente promedio del 4%. En el ascenso nos encontramos con una familia suiza: dos niños de 6 y 9 años pedaleaban en sus bicicletas felizmente hacia El Calafate. Conversamos con ellos y su energía y entusiasmo nos impulsaron hasta la cima. Más tarde, en la carretera destapada que conecta los puestos de vialidad El Cerrito y Tapi Aike nos topamos con otra familia, esta vez una pareja con una bebé de dos años, quien dormía plácidamente en un trailer. Nos emocionó mucho este encuentro y nos hizo recordar a nuestros amigos José y Gabriela, quienes han llevado a Julia, su hija, también de dos años, en pequeñas aventuras de bikepacking en Colombia.

Patagonia Bikepacking
Patagonia Bicicleta

Para llegar a la estación de policía abandonada, donde dormiríamos esa noche, tuvimos que recurrir de nuevo a los relevos. Pero el viento era tan fuerte que recorrer 1 kilómetro se hacía eterno; en está ocasión, nos turnamos cada 5 minutos el liderazgo, o en una descripción más acordé con la realidad, el sufrimiento. Esa noche cocinamos con el agua del río que se encuentra a pocos metros. Esta agua no se puede consumir directamente, necesita ser filtrada o hervida.

Patagonia Bikepacking
Patagonia Bicicleta
Patagonia Bikepacking

Nos restaban 45 kilómetros para llegar al Puesto Tapi Aike dónde retomaríamos el pavimento. Habíamos escuchado varios testimonios de ciclistas sobre el mal estado de la ruta, y observamos que el viento empezaría a soplar hacia las 11 de la mañana, así que salimos antes del amanecer. Disfrutamos los descensos y el paisaje; a lo lejos logramos divisar las Torres del Paine. El camino se puso bastante pedregoso en los últimos 20 kilómetros, pero en nuestras bicicletas con coraza 2.8 logramos avanzar sin mucha dificultad.

Patagonia Bicicleta
Suramérica Bicicleta
Suramérica Bicicleta
Patagonia Bicicleta
Suramérica Bicicleta

En el puesto de vialidad decidimos acampar, aunque aquí también ofrecen trailers con camas sencillas por un costo adicional. Esa tarde, nos sorprendió un resfriado acompañado de fiebre. Afortunadamente, siempre llevamos comida extra, lo que nos permitió tomar la decisión de dedicar el siguiente día a recuperarnos; paracetamol, sales de hidratación y descanso.

 

Esta situación inesperada nos permitió encontrarnos con Carlos Lozano, un ciclista colombiano que viene viajando desde Neiva, con quién habíamos conversado mucho, pero aún no nos conocíamos personalmente. Al siguiente día la grupeta colombiana salió muy temprano hacia el paso fronterizo Río Don Guillermo. Entre todos nos apoyamos para que esté largo tramo, con viento, frío y lluvia fuera más llevadero.

Suramérica Bicicleta

En Cerro Castillo, ya en territorio chileno, pasamos la noche en un camping municipal, que, aunque parecía estar fuera de servicio, fue recomendado por la policía local. Junto al camping, había una cancha de fútbol 5 vacía; resulta difícil imaginar que alguien pueda hacer un gol de tiro libre con estas condiciones de viento, ni Messi se atrevería a tanto. El agua de Cerro Castillo no se puede tomar, según nos comentaron tienen un problema con la tubería; es necesario comprar agua o pedir apoyo en la estación de policía.

Suramérica Bicicleta

Esa noche nos despedimos de Carlos; él continuaría su viaje hacia Puerto Natales, mientras que nosotros iríamos a ver las Torres del Paine. Luego de un buen descanso, pedaleamos hasta la Laguna Amarga, unos kilómetros antes de la entrada al Parque Torres del Paine. Eran las seis de la tarde y admirábamos el paisaje, cuando alguien se bajó de un carro, se acercó a nosotros y nos informó, de una manera un poco amenazadora, que allí, ni en ningún lugar dentro de un radio de 20 kilómetros, podíamos acampar: estos eran terrenos privados. Habíamos escuchado relatos de otros viajeros que habían sido despertados en medio de la noche por alguien con características similares, y habían sido forzados a recoger su campamento y partir en la oscuridad. Para evitar cualquier contratiempo, optamos por retroceder hasta el lugar indicado por este crudo personaje. Todos los terrenos estaban cercados y la noche se aproximaba; la única opción que encontramos para poner la carpa fue una cuneta al costado de la carretera que estaba en construcción. Habíamos considerado ingresar al Parque al día siguiente; pero amaneció lloviendo y las Torres estaban cubiertas totalmente por nubes grises, así que decidimos emprender una larga jornada hasta Puerto Natales.

Suramérica Bicicleta
Suramérica Bicicleta
Suramérica Bicicleta
Suramérica Bicicleta
Suramérica Bicicleta

Puerto Natales - Punta Arenas

La carretera que une Puerto Natales con Punta Arenas es un constante ir y venir de vehículos. Por esto, decidimos adentrarnos en el camino destapado hacia la municipalidad de Río Verde en busca de soledad. A lo largo de esta ruta, encontramos numerosos refugios en excelente estado, aunque todos estaban cerrados. Para obtener las llaves, se debe ir hasta la municipalidad; resulta irónico que estos espacios, concebidos para emergencias, funcionen de esta manera. Aquella noche, tendimos nuestra carpa al lado de lo que alguna vez fue una escuela. Nos contaron que años atrás, un incendio devastó este lugar y la municipalidad se trasladó unos kilómetros más adelante.

 

Puerto Natales Punta Arenas

Retomamos la carretera principal faltando 50 kilómetros para Punta Arenas. El contraste fue abrumador. Camiones, buses de turismo y carros de todos los tamaños nos pasaban a toda velocidad. Apresuramos el paso deseando llegar lo antes posible, poniendo en práctica las habilidades de ciclismo urbano aprendidas en Bogotá durante muchos años. De pronto, nos encontramos frente a la ciudad más grande e industrial que habíamos visto en nuestro viaje por la Patagonia.

Puerto Natales Bikepacking
Puerto Natales Bikepacking
Puerto Natales Bikepacking
Puerto Natales Bikepacking
Puerto Natales Bikepacking
Puerto Natales Bikepacking
Puerto Natales Bikepacking
Puerto Natales Bikepacking

Mientras recorríamos los últimos kilómetros de la América continental, nos dimos cuenta que la línea de la Cordillera nos había guiado hasta el mar. Y aún con un paisaje costero, una atmósfera salada y las olas rugiendo entre el viento patagónico, el espíritu andino se sentía firme y omnipresente; incluso cóndores volaban sobre la mar. Una paradoja posible solamente en las goteras del fin del mundo.

Estrecho Magallanes
Estrecho Magallanes
Estrecho Magallanes
Puerto Natales Bikepacking
Puerto Natales Bikepacking

Mapa y GPX

Estrecho Magallanes

El Chaltén. Parque Nacional Los Glaciares

Cerro Torre

Este relato cubre el recorrido desde el Lago O’Higgins hasta El Chaltén por el Paso Fronterizo de Dos Lagunas y los senderos de caminata del Cerro Torre, el Fitz Roy y la Vuelta al Huemul.

Las dos lagunas

En Villa O’Higgins termina la Carretera Austral y no hay más camino carreteable; para continuar hacia el sur se debe tomar una embarcación para cruzar el Lago O’Higgins. Existen dos compañías que prestan este servicio de transporte; es recomendable contactarles con antelación para hacer una reserva pues además de la alta demanda durante la temporada, el zarpe de las lanchas está supeditado a las buenas condiciones del clima. El costo del pasaje en diciembre de 2023 fue de 50 dólares. Después de una hora y media de viaje, en la ribera sur, se encuentra el pequeño asentamiento de Candelario Mancilla donde se ubica el puesto de Carabineros de Chile, allí realizan los trámites migratorios para salir del país.

Lago O'Higgins
Lago O'Higgins
Lago O'Higgins

Desde Candelario Mancilla se tiende un puerto de 22 kilómetros en constante ascenso hasta un alto donde se dividen las soberanías de Chile y Argentina; el hito IV-0-B o paso fronterizo de Dos Lagunas. En suelo argentino el camino corresponde a un sendero que baja por medio de un tupido bosque hasta el Lago del Desierto. Este tramo de 6 kilómetros ocupa un lugar importante en la cultura de los viajeros en bicicleta pues suscita tanto amores como odios. Nosotros, con rueda ancha de 2.8 pulgadas, equipamiento ligero y entusiastas de la bicicleta de montaña, pudimos rodar un 80% del sendero; solo interrumpidos por algunos árboles caídos y un par de pequeños pantanos. Pero la mayoría de los ciclistas lo encuentra poco entretenido, quizás porque luego de viajar miles de kilómetros sobre la franqueza de la Carretera Austral este pasaje resulta atípico y porque transitar por este sendero estrecho con una configuración tradicional de alforjas laterales puede resultar incómodo.

Lago Del Desierto
Lago Del Desierto
Paso Dos Lagunas
Lago Del Desierto
Paso Dos Lagunas

En el Lago del Desierto se encuentra el puesto argentino de Gendarmería  donde se hace el trámite de ingreso al país. La atmósfera de este lugar justifica todo el esfuerzo y las diligencias necesarias para llegar hasta allí: al otro lado del Lago se avista la cara norte del Cerro Chaltén o Fitz Roy, una mole imponente de granito que apunta al cielo. Llegar a los pies de uno de los cordones montañosos más famosos y exhuberantes del planeta por el camino de atrás, el poco transitado, el de los viajeros y no el de los turistas, el que se va abriendo metro a metro como una flor que esconde en su cáliz el más fino néctar, era una de las grandes motivaciones del viaje y una de las experiencias que más queríamos vivir.

Lago Del Desierto

Tomamos el segundo navío del día para cruzar el Lago del Desierto, el cual costó otros 50 dólares. Acampamos a unos metros del punto de desembarco dentro de una reserva en la cual se encuentra un sendero de montaña con vista al Glaciar Huemul y por supuesto al Fitz. Esa noche fue navidad y no podríamos haber tenido un mejor regalo de la vida que permitirnos estar en ese lugar, juntos, sanos y salvos y acompañados de un par de cervezas Quilmes. Al otro día bajamos hasta El Chaltén por una carretera destapada en descenso de 37 kilómetros de longitud junto al Río de las Vueltas.

Lago Del Desierto
Lago Del Desierto

El Chaltén

El Chaltén y nosotros somos contemporáneos. Este asentamiento fue fundado el 12 de octubre de 1985 por iniciativa del mayor de gendarmería Francisco Arrúa en aras de robustecer la soberanía argentina, pués los conflictos con Chile sobre estos territorios son, aún en la actualidad, álgidos. Para el año de 1991 el censo registró 41 habitantes, en 2001 esta cifra fue de 301 habitantes y en la actualidad se estima que son 1.200 los habitantes permanentes. 

El Chalten

El magnetismo suscitado por la belleza de los macizos del Cerro Torre y el Fitz Roy y de toda la atmósfera natural que les rodea, atrae a todo tipo de personas; desde los más intrépidos alpinistas de la escena mundial, hasta personas comunes y corrientes sin ningún ápice de condición física, pues las montañas pueden observarse incluso desde las calles del pueblo. En este espectro de perfiles se estima que un millón de personas visitan El Chaltén cada año. Esta situación es contradictoria, pues si bien la economía del pueblo se fundamenta en el turismo, el volumen es tal que varios de los senderos más populares están seriamente erosionados y la problemática de residuos orgánicos y restos de papel higiénico es cada vez más crítica. En nuestro caso encontramos hasta 30 carpas en las áreas de acampe libre del Parque (Campamentos Poincenot y D’Agostini) y durante un ejercicio de observación contabilizamos 170 personas por hora-sentido en el sendero de la Laguna de los Tres. Es difícil emitir un juicio porque aunque nuestras intenciones son buenas y procuramos causar el menor impacto posible en el entorno, somos parte activa de esas cifras.

Cerro Torre

Desde Chaltén realizamos una caminata de tres días  por la vertiente oriental de las montañas. El primer día fuimos hasta el Campamento D’Agostini a 11 kilómetros de la plaza central del pueblo. A pocos metros de allí se encuentra la Laguna Torre donde se avista el magnífico macizo del Cerro Torre, el cual comprende otros picos como la Aguja Standhart, La Punta Herrón y la Torre Egger. A la mañana siguiente fuimos a observar el amanecer y por primera vez fuimos testigos de esos tres o cuatro minutos de color naranja que cobija a las montañas apenas el sol rompe el horizonte. Entonces pudimos comprender el delirio de los fotógrafos con esos instantes de luz dorada.

Fitz Roy Chaltén

Desde el campamento D’Agostini caminamos 10 kilómetros hasta el campamento Poincenot. Al día siguiente nos levantamos a las 3 de la mañana para subir 4 kilómetros hasta la Laguna de los Tres y contemplar el amanecer, ahora sobre el macizo del Cerro Chaltén. La experiencia de estar en ese lugar fue sobrecogedora, pues esos picos de granito escapan a cualquier arquetipo de montañas que podamos tener como referencia y se sienten cerca e inmensas. Nuevamente las caras orientales se pintaron de naranja y rosa durante unos pocos minutos los cuales intentamos en vano inmortalizar con una fotografía.

Fitz Roy Patagonia

LA vuelta al huemul

Cuando empezamos nuestro viaje en bicicleta teníamos la expectativa de realizar algunas caminatas sencillas de poca dificultad, pues no contábamos con el equipamiento necesario para una excursión larga. Pero los días anteriores nos habían dejado un buen sabor de boca, y por los relatos de otros viajeros sabíamos de la existencia del circuito de la Vuelta al Huemul; un itinerario de 65 kilómetros que normalmente se hace en cuatro días en el cual se cruza al otro lado de la vertiente montañosa y se avista el campo de hielo patagónico sur.

Con la información que hay en la web y con las conversaciones que tuvimos con otros viajeros que habían realizado esa excursión, pudimos hacernos una idea en la cabeza de cómo tendría que ser la estrategia; quizás lo más atípico para nuestra experiencia eran los dos cruces en tirolesa sobre el Río Túnel. Rentamos equipamiento en la tienda de montaña Viento Oeste (mochilas, zapatos, bastones, arnés y mosquetones) y partimos el día 31 de diciembre hacia el primer campamento en la Laguna Toro. Esa noche nuestra estufa MSR Whisperlite presentó una avería, irreparable para el momento, que nos dejó sin poder cocinar y como cena de año nuevo tuvimos que usar una de las raciones de avena con manzana previstas para el desayuno (ver nota al final del blog). El desconsuelo se había apoderado de nosotros pues no había chance de que pudiéramos proseguir sin poder cocinar nuestra comida y además estábamos justo en una ventana de cuatro días de buen clima; si regresábamos a El Chaltén ya no habría chances de volver a salir.

Vuelta al Huemul

La primera voz que oímos en 2024 fue la de Niko, un guía ruso que fue a buscarnos en la mañana para decirnos que en un refugio muy cerca del campamento habían dos latas de gas a medio llenar y que él podría prestarnos su estufa. Los planes que se habían desvanecido cogieron nuevamente color y emprendimos la marcha. Llegamos al primer paso de tirolesa y nos encontramos allí con otros grupos con quienes habíamos compartido el campamento. Teniendo en cuenta que el montaje sobre la polea y el cable de acero estaba realizado, cruzamos nuestras mochilas con su ayuda y así nos ahorramos un poco de tiempo.

Vuelta al Huemul
Vuelta al Huemul
Vuelta al Huemul

Ese día la misión consistío en remontar una larga y empinada morrena hasta cruzar la arista de la montaña en el lugar conocido como El Paso del Viento. La jornada fue memorable y el escenario fue espectacular; caminamos por una fina línea que se abría entre un mar vertical de piedras, rodeados de abismos y glaciares que nos hicieron sentir que transitábamos por uno de los filos de la tierra. Arriba en el paso divisamos el Campo de Hielo Sur, una realidad que excedió con creces cualquier idea o imágen que pudiéramos tener de este lugar; un glaciar plano interminable con lo que parecían ser huellas de un tractor gigante, rodeado de montañas con tanta nieve que no podíamos divisar sus formas ni dimensiones y por supuesto un viento fortísimo que no infundía miedo o escozor sino una sensación máxima de libertad.

Vuelta al Huemul
Vuelta al Huemul
Vuelta al Huemul
Vuelta al Huemul
Vuelta al Huemul
Vuelta al Huemul
Vuelta al Huemul
Vuelta al Huemul

Bajamos hacia el campamento que se ubica en una de las pocas planicies que se encuentran en la zona, en donde también existe un pequeño refugio de hojalata instalado por el gobierno argentino. Esa noche el viento sopló con una fuerza que nunca antes habíamos visto, dormimos muy poco pues estuvimos todo el tiempo agarrados de nuestra voluntad tratando de incrementar la fuerza de gravedad para que la carpita no saliera volando; las varillas se sacudían de un lado a otro y los textiles rugían de tal forma que simplemente estábamos esperando el momento en que todo se fuera al garete.

Campo de Hielo Sur

Para la tercera jornada de la Vuelta al Huemul salimos muy temprano, pues habíamos oído que la última sección constituía un descenso muy empinado sobre terreno suelto y preferimos anticiparnos para poder tomar con calma ese trecho. La primera parte de la travesía casi no tuvo desnivel y caminamos en paralelo al Campo de Hielo. Luego fue necesario remontar la montaña hasta la arista para pasar nuevamente a la vertiente oriental. Arriba en el paso, el viento volvió a soplar con rudeza pero las sensaciones fueron las mismas del día anterior; incluso nos paramos en su contra, abrimos los brazos, cerramos los ojos y estuvimos suspendidos en un trance natural durante unos segundos. Nos abrazamos muy fuerte y le dimos una última mirada al inmenso glaciar antes de emprender el regreso hacia el mundo de los humanos.

Vuelta al Huemul
Vuelta al Huemul
Vuelta al Huemul
Vuelta al Huemul
Vuelta al Huemul

En efecto, el descenso fue incómodo y en algunos lugares peligroso, apelamos a todos los recursos de equilibrio y navegación sobre el terreno e incluso probamos algunas secciones sin equipaje antes de dar el paso final. Esa tarde llegamos hasta la Bahía de los Témpanos donde el glaciar viedma se junta con el lago del mismo nombre; como testigos de esta unión abundan gigantes bloques de hielo. Durante la noche se oía el crujir de los témpanos transformándose y deambulando por la bahía.

Vuelta al Huemul
Vuelta al Huemul
Vuelta al Huemul

Para el último día de la travesía la previsión del clima sugería que en la tarde entrarían lluvias por lo cual apuramos el paso. Esa etapa fue quizás la menos demandante en términos de esfuerzo físico y desnivel positivo; la mayor novedad fue la del segundo cruce de tirolesa sobre el Río Túnel. Esa vez no hubo compañeros de campamento con los cuales trabajar en conjunto pero con las lecciones aprendidas pudimos resolver con agilidad este paso. Llegamos al estacionamiento del Parque a las 16 horas justo a tiempo para tomar un vehículo que nos llevó a Chaltén y con esto evitarnos 20 kilómetros de aburrido e innecesario pavimento. Ya en la carretera pudimos ver como un ejército de nubes grises se tomaba las montañas que durante cuatro días nos habían acogido. 

Vuelta al Huemul
Vuelta al Huemul
Vuelta al Huemul

La sensación que nos dejó la Vuelta al Huemul no se puede comparar con nada que hayamos vivido antes y pensamos que será muy difícil volver a experimentar algo similar. Caminar con la casa a cuestas es una experiencia primitiva y natural dentro de nuestra evolución como especie. El paisaje es algo que solamente existe en ese lugar; en esa latitud y longitud de la tierra. La forma como se dieron las cosas: sin haberlo planeado de antemano, con equipamiento relativamente precario y alquilado, justo en la ventana de buen clima, salvados por desconocidos que dejaron gas para que algunos incautos como nosotros pudiéramos solventar algún impase, son anécdotas que simplemente adornan esta gran aventura. Fuimos muy felices, nos probamos en un ambiente diferente y todo fluyó, tanto entre nosotros como con el universo.

Vuelta al Huemul

En El Chaltén fuimos a la cervecería la Zorra por unas merecidas Pale Ale de celebración. Pasamos largas horas reconstruyendo las vivencias de los últimos cuatro días, como queriendo quedarnos ahí para siempre. Al final vivimos El Chaltén más de lo que habíamos pensado y no podíamos estar más satisfechos y agradecidos; algo de nosotros se quedó en ese paisaje de agujas de granito y glaciares monumentales y con toda seguridad que mucho de ese lugar viaja ahora dentro de nosotros.

Vuelta al Huemul

Para navegar en el terreno durante la Vuelta al Humeul utilizamos la traza que la aplicación OSMAND tiene incorporada y puede ser consultada en este enlace.

¿Qué Paso con la estufa?

La MSR Whisperlite es un referente de las cocinas de campamento. La estufa venía funcionando por 10 años, utilizando por supuesto el kit de refacciones que vende la marca americana. Sin embargo, en este viaje fuimos descuidados con el mantenimiento y no limpiamos con la frecuencia necesaria el conducto de repartición de la gasolina, en el cual debido al uso y a las altas temperaturas es común que se acumule hollín. En este caso la manguera se taponó por completo y la gasolina no podía pasar para hacer combustión. Días después en El Chaltén dejamos la manguera sumergida en gasolina por 12 horas y luego jalamos con mucha fuerza la guaya interna usando un alicate de presión (hombresolo). Cuando la guaya salió e hicimos la limpieza, efectivamente salió mucha suciedad. Pudimos reparar transitoriamente la estufa, pues durante las maniobras afectamos la integralidad de la guaya. Meses después compramos una Whisperlite nueva en Santiago de Chile y esperamos que esta tercera unidad dure al menos 10 años como ha sucedido con otras estufas que hemos tenido en el pasado.

Paso Río Mayer

Rio Mayer

Las Horquetas – Villa OHiggins

Este relato cubre el recorrido desde el parador Las Horquetas, sobre la Ruta 40 cerca de Gobernador Gregores en Argentina, hasta Villa O’Higgins en Chile a través del Paso Fronterizo Río Mayer.

el camino invisible

Cuando decidimos apartarnos de la Carretera Austral, un par de semanas atrás, teníamos la pretensión de encadenar una seguidilla de escenarios épicos y exuberantes entre los cuales se encontraba el Parque Patagonia, el Paso de Roballos, la Ruta 41 Sur, el Parque Perito Moreno y, como no hay quinto malo, el Paso Fronterizo de Río Mayer. Esta narrativa, y su estrategia correspondiente, no fue idea nuestra sino de nuestros amigos Hana Black y Mark Watson, reconocidos viajeros en bicicleta que habían rodado por la Patagonia unos meses atrás y cuyos pasos y decisiones logísticas veníamos siguiendo casi al pie de la letra. No quiere decir que sean los primeros en haber tejido este recorrido, pero sí los únicos en documentarlo y ponerlo disponible para quienes tengamos aspiraciones similares.

Rio Mayer

Desde el Parador Las Horquetas fuimos a dedo hasta la ciudad de Gobernador Gregores para comprar comida y gasolina para los próximos días. En las Horquetas se dispone de cuartos para pasar la noche y comidas preparadas cuya relación costo – beneficio resulta algo onerosa.

Rio Mayer
Rio Mayer

El paso fronterizo del Río Mayer es poco conocido en la cultura popular, quizás solo entre caminantes y ciclistas fanáticos de la aventura se consigue hablar del tema. Este paso realmente comienza a cien kilómetros al oriente de la cordillera pues atravesar la inmensa y solitaria pampa es una maniobra que debe ser muy bien planeada en términos de viento. Cuando se pasa harto tiempo en la Patagonia se entiende por fin la fama de los vientos del noroeste, los cuales bajan fríos y veloces de la cordillera hacia la pampa. En esta sección pululan las historias de ciclistas que se tuvieron que dar media vuelta tras batallar en vano contra los dominios de Eolo. Así que estudiamos el pronóstico del clima para asegurarnos de tener un día propicio.

Rio Mayer

Tal como lo habíamos planeado logramos atravesar la pampa desde Las Horquetas hasta la Gendarmería Argentina en 9 horas. 101 kilómetros a una media de 11 km/h ayudados por los recientes trabajos de mantenimiento en la vía. Es importante tener en cuenta que hay muy pocos lugares donde refugiarse del viento en este tramo y solo hasta los kilómetros finales, cuando se llega a pie de la cordillera, se encuentran sitios para tender una carpa.

Rio Mayer
Rio Mayer
Rio Mayer
Rio Mayer
Rio Mayer
Rio Mayer
Rio Mayer

En el pasado habíamos tenido gratas experiencias con la gendarmería argentina y esta vez no fue la excepción. Quizás por ser los primeros en cruzar esa temporada, fuimos invitados a cenar un delicioso estofado de carne con vino y pan casero y compartimos historias del viaje junto al fogón. Esa misma noche realizamos los trámites de migración para que a la mañana siguiente pudiéramos emprender el camino antes de que la oficina abriera formalmente, o dicho de otra manera, antes de que los gendarmes se despertaran.

Rio Mayer

Entre las dos casetas de control fronterizo hay una distancia de 10 kilómetros en línea recta, los cuales pueden ser eternos pues no hay un camino establecido; ninguno de los dos países se ha propuesto construir uno. El cauce del Río Mayer forma un cañón que geográficamente junta los dos países de manera natural (no hay una montaña u otro obstáculo de por medio) y por lo tanto se han establecido los puestos de migración como una medida de soberanía, más no con fines de promover el tránsito. Incluso esos terrenos son privados y el único espacio público es el cauce del río como tal. De está manera, cada transeúnte está a su suerte por entre inmensos bosques y humedales donde se dibujan incontables senderos que pueden llevar a cualquier parte. No hay señalización alguna y cualquier indicación verbal se pierde entre tantos paisajes similares y repetidos.

Rio Mayer
Rio Mayer
Rio Mayer

Es justo mencionar que el reto principal de este paso es la navegación; en términos de ciclismo o de esfuerzo físico no hay ninguna singularidad. Por esto mismo cruzar Mayer con una traza de GPS es un deporte distinto y diametralmente opuesto a hacerlo sin ella. Nosotros fuimos del primer grupo y por eso pudimos completar el trayecto en poco más de 4 horas, quizás en detrimento del espíritu mítico de este paso.

Rio Mayer

A eso de la mitad del camino se encuentra una de las obras de ingeniería más épicas y poéticas que haya construido el hombre: el viejo puente colgante sobre el Río Carreras. Este revoltijo de tablones rotos y alambres oxidados que se mece sobre aguas turquesas y correntosas, tiene menos de medio metro de ancho pues fue diseñado para trasladar ovejas entre los distintos predios de las estancias locales. Habíamos visto las fotos de esta pasarela hace muchos años en el relato de Nación Salvaje y desde entonces soñábamos con estar algún día cruzando nuestras bicicletas sobre ella.

Rio Mayer
Rio Mayer
Rio Mayer
Rio Mayer
Rio Mayer
Rio Mayer
Rio Mayer

Rozando el final de la etapa nos encontramos atrapados entre una red de alambrados, no había por dónde salir, estábamos dentro de un predio privado muy bien cercado. Buscamos alguna debilidad en el perímetro pero de hecho se notaba que habían puesto un gran esfuerzo en bloquear cualquier espacio vacío. Al final logramos pasar las bicicletas desprovistas de maletas por debajo del alambre y un metro más adelante conectar con un camino carreteable. No comprendimos muy bien la situación; si veníamos siguiendo la traza GPS y una evidente huella sobre el terreno, ¿por qué el camino terminaba de repente contra un muro? Al parecer a los dueños de la tierra no les gusta que civiles transiten por sus predios e incluso nos enteramos que tenían previsto desmontar la Pasarela Carreras, porque corren el riesgo de que suceda un accidente y se vean envueltos en un problema legal. Es difícil emitir un juicio pues están en todo su derecho.

Rio Mayer
Rio Mayer

Llegamos al puesto de carabineros pasado el mediodía. En este lugar no había conexión al sistema de la Policía de Investigaciones y para verificar nuestros antecedentes así que tuvieron que llamar por teléfono a una oficina central, trámite que duró unos 30 minutos. Mientras tanto, nos ofrecieron un espacio en la oficina para comer nuestro almuerzo. En la mesa había bolsas llenas de pan francés y canastas de Coca-Cola y Gatorade sobre los cuales lanzábamos piadosas miradas con el fin de que fuéramos convidados, pero nos quedamos con la saliva en la boca. Sin embargo nos ofrecieron llenar nuestras botellas de agua e incluso sorprendimos a uno de los carabineros lavando cuidadosamente los recipientes, así estarían de sucios.

Rio Mayer

Pasamos la noche en un refugio a 2 kilómetros del puesto de carabineros, el cual fue instalado por la municipalidad para casos como el nuestro. Aprovechamos el tiempo para hacer una limpieza y “dejar el lugar mejor que como lo encontramos”.

Rio Mayer
Rio Mayer

Llegamos a Villa O’Higgins el día siguiente. Allí termina la Carretera Austral Ruta Nacional #7 y por lo tanto es lugar donde se respira un gran espíritu viajero. Nos acomodamos en el Hostal El Mosco y pasamos varias noches a la espera del zarpe de la lancha que nos llevaría al otro lado del Lago O’Higgins donde pasaríamos a El Chaltén por el camino del Lago del Desierto. Estábamos a punto de ver una de las maravillas mas grandes de la tierra: la imágen de los picos de granito apuntando hacia el cielo se haría realidad.

Rio Mayer

Mapa y GPX

La Ruta 41 Sur y Parque Perito Moreno

Parque Perito Moreno

Lago Posadas – Parque Perito Moreno

Este relato cubre el recorrido por la Ruta 41 Sur, desde Lago Posadas hasta el Parque Nacional Perito Moreno y desde ahí hasta el parador Las Horquetas sobre la Ruta 40 cerca de Gobernador Gregores.

La Ruta 41 sur en bicicleta

Lago Posadas es una pequeña localidad de la Provincia de Santa Cruz que atrae al turismo con las aguas turquesa y verde esmeralda de los lagos Pueyrredón y Posadas. Este lugar fue clave en nuestros planes de viaje pues allí descansamos y nos aprovisionamos para los próximos ocho días de camino.

Lago Posadas Bikepacking

Desde allí teníamos previsto llegar al Parque Nacional Perito Moreno a través de un camino muy remoto que cada vez se hace más popular entre los ciclistas de aventura: la Ruta 41 Sur. De manera general el itinerario consistía en remontar un puerto de mil metros de escalada por una carretera en forma de caracol que consta de 29 curvas en herradura. Luego atravesaríamos una serranía que frisa los 1.600 metros de altura (que en la Patagonia significa mucho, sobre todo por el viento y el frío) y finalmente descenderíamos a los valles del Parque donde teníamos previsto caminar varios días.

Bikepacking Argentina

Pero aún seguìamos dentro de la ventana de la primavera y además el invierno se había prolongado más de lo normal; era necesario averiguar por el estado de los caminos. Habíamos oído que cerca de allí unos viajeros en moto se habían visto en apuros por las nevadas que taponaron algunas secciones de la carretera. Para esta diligencia no había nadie mejor que Daniel, quién administra la estación de combustible y por lo tanto dialoga con todos los viajeros que pasan por allí y está al tanto del estado de las vías. En ese mismo predio, su esposa Vivi maneja el restaurante La Caserita donde venden deliciosas empanadas y productos de repostería.

Daniel fue tajante y nos dijo que el camino estaba tapado de nieve, que no se podía pasar y que con esas condiciones las temperaturas durante la noche podían ser extremas. Incluso nos advirtió que si decidíamos subir, iría a buscarnos para traernos de vuelta pues tarde que temprano todo podría terminar en un inminente rescate. Decidimos actuar como buenos ciudadanos y fuimos a la policía con la misma inquietud. El Oficial de turno se comunicó con la Agencia de Vialidad donde le ratificaron una vez más la imposibilidad de cruzar.

Bikepacking Argentina
Haku
Bikepacking Argentina
La Paulina

El desasosiego se apoderó de nosotros no solo porque nos perderíamos de una sección que sabíamos que escondía aventura y magia, sino porque el otro camino a tomar era sumamente aburrido. Tendríamos que rodar 100 kilómetros de inerme pampa hasta Bajo Caracoles; una estación de gasolina con algunos comercios y hoteles de mala reputación, luego tomar la asfaltada Ruta 40 por otro tanto igual y luego volver a entrar hacia la cordillera a través de otra sección pampera y seguramente con el viento en contra. Y en medio de todo esto un desbarate logístico de comida y combustible. La falta de motivación no nos dejaba pensar y estábamos ofuscados; se nos quemaba el pan en la puerta del horno. Igual, en piloto automático nos aprovisionamos de comida para 8 días entre los tres mercados que hay en el pueblo.

Bikepacking Argentina
Vivi y Daniel

Al final de la tarde Daniel apareció en nuestro hostal. Nos dijo con gran emoción que había hablado con una estancia que queda al otro lado de la montaña y que le habían dicho que ellos pasaron por la 41 dos días atrás, que no había nieve y que incluso habían visto huellas de motocicleta. La sonrisa regresó a nuestros rostros y estábamos nuevamente montados en el plan original. Daniel estaba aliviado y contento por nosotros pues según él había sentido mucha pena de ver nuestra desilusión con las noticias iniciales y era consciente del lastre que implicaba tomar el camino alterno.

Lago Posadas Bikepacking
Lago Posadas
Lago Posadas Bikepacking

A la mañana siguiente salimos muy temprano pues teníamos por delante una etapa de muchos galones. Así mismo las bicicletas iban más cargadas que nunca en el viaje; con comida para 8 días y combustible extra. Atacamos la subida de los caracoles con mucha pasión, un puerto con esa estética helicoidal merece ser escalado con técnica y fuerza. A medida que ascendiamos el paisaje de los lagos Posadas y Pueyrredón se hacia más espectacular y al fondo la inmensa pampa se extendía hasta el infinito, como cuando se mira al mar.

Lago Posadas Bikepacking
Ruta 41 Bikepacking
Lago Posadas Bikepacking
Lago Posadas Bikepacking
Lago Posadas Bikepacking
Lago Posadas Bikepacking

Esa tarde llegamos a la estancia El Águila donde el puestero, Martín, ha recibido otros viajeros anteriormente, pero para ese momento no estaba. Al parecer Martín habita este lugar durante el verano y el otoño. Las dos calaveras de pumas colgadas a la entrada de la casa son un distintivo de este lugar.

Lago Posadas Bikepacking
Lago Posadas Bikepacking
Ruta 41 Bikepacking

Al día siguiente nos encontramos con la etapa más emocionante de todo el viaje. Desde temprano el cielo estuvo custodiado por nubes grises y espesas justo sobre la dirección de nuestro rumbo. El dia empezó con pendientes fuertes sobre una fina carretera de tierra en medio de un campo de rocas donde fue muy difícil progresar. En la parte alta de la montaña el viento empezó a soplar cada vez más fuerte y hacia el medio día habíamos rodado no más de 4 kilómetros, la regla de tres sugería que estábamos retrasados.

Bikepacking Ruta 41
Bikepacking Ruta 41
Bikepacking Ruta 41
Bikepacking Ruta 41
Bikepacking Ruta 41

El paisaje fue épico, ocre y rocoso con algunos parches de nieve, nos recordó por momentos a la Puna. El viento soplaba cada vez más fuerte y cuando llegamos al valle de la Laguna La Oriental fue imposible rodar; podíamos distinguir los remolinos aproximándose a nosotros y el único reflejo posible era bajarnos de las bicicletas, agacharnos y escondernos detrás de ellas. El frío se calaba en nuestros cuerpos y las manos estaban neutralizadas, tareas sencillas como soltar un broche de las maletas o pulsar la palanca de los cambios se hicieron muy difíciles. Las nubes amenazantes seguían ahí encima y toda la atmósfera nos infundía un poco de angustia. Esa misma situación con lluvia se habría convertido en una emergencia.

Bikepacking Ruta 41
Ruta 41 Bikepacking
Bikepacking Ruta 41
Bikepacking Ruta 41
Bikepacking Ruta 41
Bikepacking Ruta 41

A eso de las seis de la tarde coronamos el alto y desde allí divisamos el inmenso valle del Río Belgrano y al fondo las montañas nevadas del cordón del monte San Lorenzo. Bajamos a toda velocidad y rodamos con diligencia los últimos 10 kilómetros para llegar hasta las oficinas del Parque Nacional Perito Moreno. Ya era muy tarde y no pudimos hacer el registro. Sin embargo, Ariel, un guardaparque muy amable nos ofreció asilo en el comedor donde pasamos la noche. Ya con ropas limpias y con la panza llena pudimos reflexionar sobre las emociones del día y caer en la cuenta de lo que habíamos vivido… nunca habíamos sentido estos elementos tan cerca: la lejanía, el viento, el frío, el terreno descompuesto, el riesgo. Revisamos los datos metrológicos y para ese día se registraron rafagas de viento de 90 kilómetros por hora. Ahora los deseos de aventura nos hacían más cosquillas en el estómago.

Bikepacking Ruta 41
Bikepacking Ruta 41
Bikepacking Ruta 41
Bikepacking Ruta 41
Bikepacking Ruta 41
Bikepacking Ruta 41

El parque nacional perito moreno

El Parque Nacional Francisco “Perito” Moreno fue creado en 1.937 y es una de las cuatro áreas protegidas más antiguas de Argentina (Junto a Nahuel Huapi, Los Glaciares E Iguazú) y a su vez de las menos visitadas; del orden de 2.000 registros al año. Su ubicación remota, el clima hostil y la ausencia de servicios contribuyen a este guarismo. 

Parque Perito Moreno

En épocas recientes organizaciones sin ánimo de lucro han aunado esfuerzos para fomentar el acceso al parque y fortalecer la conservación de su ecosistema. En 2016 Douglas Tompkins donó 17 mil hectáreas para ser anexadas como reserva natural y en 2019 el empresario Gil Butler, a través de su fundación, donó 3 millones de dólares para construir senderos, refugios y para emplear una planta de personal que estuviera al frente de su manutención y cuidado. Hoy en día existe una red de más de 100 kilómetros de senderos y 10 refugios que cuentan con colchonetas, fogones, leña y son de uso gratuito. Es necesario planear con anticipación la visita y hacer el registro a través de los formularios web del Parque.

Parque Perito Moreno
Parque Perito Moreno

Desde la oficina de registro rodamos 20 kilómetros en dirección norte hasta el Refugio Gilberto donde dejamos las bicicletas estacionadas por unos días. Allí empacamos unas ligeras mochilas con comida y sacos de dormir y nos adentramos por el Valle del Río Lacteo. Al cabo de 11 kilómetros llegamos al refugio Kris y Doug, llamado así en honor a Kristine y Doug Thompiks, reconocidos filántropos y conservacionistas que han donado grandes cantidades de tierra para la protección en la Patagonia y sobre todo han logrado transformar la mentalidad de las sociedades circundantes hacia la protección de la naturaleza. En el refugio nos encontramos con Rosana y Gustavo, dos amigos que conocimos días atrás en Lago Posadas. Se emocionaron mucho al vernos, pues aunque habíamos acordado reunirnos allí dado que nuestros itinerarios coincidían, ellos que habían pasado en 4X4 por el mismo camino suponían que cruzar en bicicleta habría de costar mucho trabajo.

Parque Perito Moreno
Parque Perito Moreno
Parque Perito Moreno
Parque Perito Moreno
Parque Perito Moreno
Parque Perito Moreno

A la mañana siguiente, desde el refugio Kris y Doug fuimos hasta la Laguna de los Témpanos y regresamos temprano para descansar y estar ahí absorbiendo la magia del lugar. Ese día, 14 de diciembre, Cata estaba de cumpleaños y fue muy especial poder celebrarlo en una casita de madera con la chimenea prendida en medio del bosque.

Parque Perito Moreno
Parque Perito Moreno
Parque Perito Moreno
Parque Perito Moreno
Parque Perito Moreno

Desde el refugio Gilberto tomamos las bicicletas y pedaleamos 20 kilómetros hasta el sector de Archipiélago y nos acomodamos en el Refugio Caleta Wala al margen de las aguas turquesas del Lago Belgrano. Al día siguiente fuimos hasta el Refugio Archipiélago, 12 kilómetros más adelante, y caminamos por los senderos disfrutando de la tranquilidad y la paz del lugar.

Parque Perito Moreno
Parque Perito Moreno
Parque Perito Moreno
Parque Perito Moreno
Parque Perito Moreno
Parque Perito Moreno
Parque Perito Moreno
Parque Perito Moreno

Antes de salir del Parque pasamos a la oficina para reportarnos. Conversamos un rato con Ariel y otros guardaparques y nos impresionó el compromiso que tienen estas personas; realmente aman su trabajo y se esmeran para que quiénes vamos hasta allá tengamos una gran experiencia.

Parque Perito Moreno

La sensación con la que nos quedamos trasciende el encanto natural del Parque Perito Moreno, pues hemos podido ver un gran ejemplo de lo que sucede cuando se juntan actores públicos, privados y la ciudadanía en pro de una buena causa. Esta visita nos dejó con el espíritu inflado de motivación por la humanidad, llenos de fe en la sociedad y en el poder que tienen las buenas voluntades. Hay gente buena por ahí haciendo cosas chéveres, seamos más los de ese equipo.

Parque Perito Moreno
Parque Perito Moreno
Parque Perito Moreno

Desde la entrada del parque pedaleamos cien kilómetros de pampa alejándonos de la cordillera hasta la Ruta 40 donde se ubica el parador Las Horquetas, el único recurso para viajeros en cientos de kilómetros a la redonda. Allí teníamos previsto reabastecernos y preparar el asalto a uno de los pasos fronterizos más épicos entre Argentina y Chile: El paso del Rio Mayer.

Parque Perito Moreno

Mapa y GPX

Parque Perito Moreno

Parque Nacional Patagonia

Parque Nacional Patagonia en Bicicleta

Puerto Río Tranquilo – Parque Patagonia – Paso de Roballos – Lago Posadas

Este relato cubre el recorrido por la Carretera Austral entre Puerto Río Tranquilo (Chile) hasta el Parque Nacional Patagonia y el cruce por el paso fronterizo de Roballos hasta Lago Posadas (Argentina) por la Ruta Escenica 41.

"El Serengueti de suramerica"

La sensación que nos había dejado recorrer el Valle Exploradores estaba recargada de gratitud. Con esta emoción en nuestros cuerpos salimos de Puerto Río Tranquilo hacia una de las secciones más divertidas del viaje.

Parque Nacional Patagonia en Bicicleta

Queríamos atravesar el Parque Patagonia en bicicleta por el Sendero el Furioso, el cuál incluye un paso de montaña sobre los 1.440 metros de elevación. Pero como ya hemos contado, este año el invierno estuvo largo, así que debíamos investigar sobre el estado del camino antes de emprender nuestro rumbo. Escribimos a los correos  indicados en la página del Parque, aunque sin mucha esperanza sobre la efectividad de esta comunicación; para nuestra sorpresa, la respuesta fue casi inmediata. Sin embargo, no eran las palabras que queríamos escuchar: el Furioso estaba cerrado, aún había mucha nieve sobre las montañas y era imposible cruzar. Decidimos llamar para buscar un contacto más personal, como dicen “el santo hace el milagro”; pero ni con la voz de súplica, la detallada explicación sobre la configuración de nuestras bicicletas (ruedas anchas) y el contexto del Proyecto fue posible obtener una autorización. Al escuchar nuestras voces de desconsuelo, nos recomendaron hacer el sendero de Puesto Tejuela: un camino para bicicleta de montaña que no promocionan abiertamente por su complejidad técnica.

Bikepacking Patagonia
Parque Nacional Patagonia en Bicicleta
Parque Nacional Patagonia en Bicicleta
Parque Nacional Patagonia en Bicicleta
Parque Nacional Patagonia en Bicicleta
Bikepacking Patagonia
Parque Nacional Patagonia en Bicicleta

Con este plan B en mente salimos hacia Puerto Bertrand por la Carretera Austral. Allí encontramos un camping libre dónde suelen hospedarse los ciclistas. Esa tarde, conocimos a muchos colegas; fue grato ver tantas mujeres, incluso una de ellas con más de 60 años quien viene viajando en solitario desde Alaska. Al siguiente día apreciamos la confluencia de los ríos Baker y Neff, una de las paradas obligatorias de la Carretera Austral.

Parque Nacional Patagonia en Bicicleta
Ash & Car @around_adventuring
Parque Nacional Patagonia en Bicicleta
Parque Nacional Patagonia en Bicicleta

17 kilómetros antes de la ciudad de Cochrane tomamos el desvío que nos llevaría al mágico mundo del Parque Nacional Patagonia. En este punto, la gran mayoría de los viajeros continúan su camino al Sur. Es una pena que en la narrativa de completar la Carretera Austral queden ocultos lugares hermosos, que no solo enriquecen el viaje sino que al visitarlos se honra el esfuerzo de personas e instituciones que trabajan en la gestión de nuevas áreas protegidas y parques nacionales. Originalmente el área del Parque hacía parte de la Estancia ganadera Valle Chacabuco, una de las más grandes del país. En el 2004 Kristine y Douglas Tompkins, con el apoyo de otros donantes, adquirieron estos terrenos para emprender uno de los proyectos de restauración ecológica más importantes de Chile. En un trabajo conjunto con el Gobierno, se anexaron otras áreas de reserva natural y en 2018 se estableció el Parque Nacional Patagonia con más de 300.000 hectáreas de tierras protegidas. Más información sobre la historia del Parque en Rewilding Chile.

Parque Nacional Patagonia en Bicicleta
Parque Nacional Patagonia en Bicicleta
Parque Nacional Patagonia en Bicicleta
Sendero Puesto Tejuela Patagonia
Sendero Puesto Tejuela Patagonia

El Parque cuenta con infraestructura para los visitantes, incluyendo varias zonas de camping organizadas. Estos espacios no cuentan con electricidad, por lo que se deben llevar baterías externas si se tiene la intención de estar allí  por varios días.  

 

Al día siguiente, sin carga sobre nuestras bicicletas, salimos hacia el sendero de Puesto Tejuela. Nunca imaginamos que estaríamos rodando por pequeños y técnicos single tracks en la Patagonia Chilena: parecíamos niños chiquitos disfrutando de los descensos a toda velocidad. Ese día fue muy caliente y húmedo, y los tábanos, las famosas moscas de la Patagonia, parecían querer devorarnos, especialmente en los fuertes tramos de hike-a-bike. Encontramos secciones del camino que no estaban marcadas, por lo que tuvimos que recurrir al GPX que habíamos trazado previamente revisando los mapas y claro, una pizca de intuición en el terreno.

Sendero Puesto Tejuela Patagonia
Sendero Puesto Tejuela Patagonia
Sendero Puesto Tejuela Patagonia
Parque Nacional Patagonia en Bicicleta
Sendero Puesto Tejuela Patagonia

Desde el Parque Patagonia cruzaríamos a la Argentina por el Paso Roballos. La oficina de frontera de Chile es pequeña y no cuenta con Policía de Investigación (PDI). Por esto, es necesario solicitar con anticipación un salvoconducto para salir del país; un trámite que se debe hacer en línea, unos días antes de cruzar. Es recomendable hacer este proceso previo al ingreso al Parque ya que el único punto con wifi es la cafetería frente a la administración, en la cual se debe hacer una compra, con precios más altos de lo habitual, para obtener un código que funciona solo por algunos minutos.

Parque Nacional Patagonia en Bicicleta
Parque Nacional Patagonia en Bicicleta
Parque Nacional Patagonia en Bicicleta

El Sendero de Puesto Tejuela fue más demandante de lo que pensábamos, y aunque nos hubiera gustado descansar un día, nuestro permiso de salida de Chile ya tenía fecha:  si no llegábamos  al puesto de Carabineros según lo estipulado en el salvoconducto, no podríamos cruzar. Afortunadamente el desnivel acumulado de la etapa se sorteaba con un puerto largo (40 kilómetros) con muy baja pendiente. El cielo encapotado nos obligaba a apurar el paso y a lo lejos se asomaba una tormenta eléctrica. Al llegar al puesto fronterizo nos resguardamos hasta que el cielo se despejó y continuamos hacia la gendarmería argentina.

Parque Nacional Patagonia en Bicicleta
Parque Nacional Patagonia en Bicicleta

Esa noche dormimos afuera de uno de los puestos de la Agencia provincial de vialidad (AGVP); casetas habitadas de manera temporal por los trabajadores a cargo del mantenimiento de las carreteras. En iOverlander muchos viajeros mencionan que en este punto se puede recargar agua y tener acceso a wifi. Pero aún era muy temprano en la temporada, y nosotros encontramos el puesto cerrado. Afortunadamente habíamos pedido recarga de agua en la gendarmería Argentina pues hasta Lago Posadas lo único que hay es la imponente belleza de las montañas. Este camino fue escénico; el paisaje cambió completamente y los colores rojizos y ocres del terreno nos cautivaron por completo. La etapa era larga, pero está vez el viento estuvo a nuestro favor. Cada repecho del camino lo subíamos a toda velocidad, casi como si tuviéramos super poderes en nuestras piernas.

Parque Nacional Patagonia en Bicicleta
Parque Nacional Patagonia en Bicicleta
Parque Nacional Patagonia en Bicicleta
Parque Nacional Patagonia en Bicicleta
Parque Nacional Patagonia en Bicicleta

El embrujo del paisaje nos había capturado y rodabamos entre sonrisas recordando las vivencias recientes; de pronto, avistamos un remolino a pocos metros. Sin tener chance alguno de reacción, esta ráfaga de viento nos abofeteó, nos tiró al piso y sacó nuestras gafas volando varias decenas de metros. Un poco desconcertados, llegamos a Lago Posadas con las gafas ralladas y un hombro y una rodilla magullados. Pero este impase se convirtió en anécdota y nuestra expresión de felicidad seguía intacta.

Parque Nacional Patagonia en Bicicleta

Mapa y GPX

La Carretera Austral Vol2

Bikepacking Carretera Austral

Coyhaique – Valle Simpson – Villa Cerro Castillo – Puerto Río Tranquilo – Valle Glaciar Exploradores.

Este relato cubre el recorrido por la Carretera Austral entre Coyhaique (Chile) hasta Puerto Río Tranquilo, pasando por Villa Cerro Castillo y tomando un pequeño pero poderoso desvío hacia el Valle Exploradores.

La ruta nacional # 7

Aprovechamos nuestro tiempo en Coyhaique para descansar en un plácido camping muy cerca de la zona centro. Esta ciudad cuenta con buenos recursos para el turismo, así que aprovechamos para hacer una revisión sencilla a las bicicletas en el taller repar.ando, el cuál es famoso por ayudar y sacar de apuros a los cicloviajeros. Además, Coyhaique tiene una buena oferta de almacenes de bicicleta y outdoor, por lo que es una buena opción para conseguir repuestos o equipo antes de continuar rumbo al sur.

Bikepacking Carretera Austral

Al tercer día, salimos de Coyhaique con rumbo hacia Cerro Castillo. En este punto, la Carretera Austral es aún pavimentada y con bastante tránsito de vehículos. En los mapas habíamos encontrado algunos caminos alternos que nos llevarían al mismo destino, pero por vías destapadas y solitarias, que nos parecían mucho más interesantes. 

Bikepacking Carretera Austral
Bikepacking Carretera Austral

Cruzamos el río y atravesamos el Valle Simpson por la carretera que lleva al Blanco, dónde acampamos la primera noche. En el camino, encontramos un pequeño pero vistoso pueblo llamado Villa Frey, dónde nos dimos el lujo de acompañar nuestra tradicional pasta a la quinoa con una cerveza. Estos desvíos nos llevaron por caminos angostos, llenos de flores amarillas, y divertidos descensos.

Bikepacking Carretera Austral
Bikepacking Carretera Austral
Bikepacking Carretera Austral

Cuando retomamos la Carretera Austral el segundo día, teníamos aún 45 Kilómetros para llegar a Cerro Castillo; incluyendo dos dos altos (uno de 7km y otro de 15km), antes del sinuoso descenso a la Villa. Allí se ubica el Parque Nacional Cerro Castillo, el cuál es atractivo por sus paisajes alpinos, senderos y paredones de escalada. Teníamos la intención de hacer la caminata hasta el campamento Neozelandés: la única habilitada al público para ese momento del año (noviembre) sin el requerimiento de un guía, pero el clima se tornó lluvioso y así era imposible emprender la caminata.

Bikepacking Carretera Austral

En Villa Cerro Castillo se acaba el asfalto en la Carretera Austral. La siguiente meta volante de nuestro itinerario, Puerto Rio Tranquilo, distaba 119 kilómetros; pensamos que si pedaleábamos fuerte podríamos llegar a completar este tramo en un sólo día. Pero el clima nos tenía otros planes, y jugó con nosotros como lo hace un gato con un ratón.

Bikepacking Carretera Austral
Bikepacking Carretera Austral
Bikepacking Carretera Austral

La primera dificultad del día estaba justo a la salida: un alto de 7km, en donde nos conocimos personalmente con el famoso viento patagonico. Nunca en la vida habríamos imaginado que un ventarrón nos impidiera pedalear, pero así fue, y de qué manera; por más de 1 hora apenas si podíamos caminar con las bicicletas de lado.

Unos kilómetros más adelante el viento le dió pasó a la lluvia y a un intenso frío que se caló hasta nuestros huesos. Esto nos obligó a buscar refugio en un camping al borde de la carretera a tan solo 40km de nuestro punto de partida. Allí nos reencontramos con otros viajeros que habíamos conocido la noche anterior, y compartimos historias alrededor de una estufa de leña mientras pacientemente secábamos nuestras ropas.

Bikepacking Carretera Austral
Bikepacking Carretera Austral
Bikepacking Carretera Austral

El día que llegamos a Puerto Río Tranquilo, dos días después de lo presupuestado, el sol nos acompañó en una hermosa travesía alrededor del Lago Chelenko, el segundo lago más grande de América del Sur, nombrado en la cartografía chilena como Lago General Carrera y en la argentina como Lago Buenos Aires. Es muy común encontrar extensos accidentes geográficos compartidos entre los dos países; cada uno le da su propio nombre a la porción que le corresponde. La soberanía en estás latitudes es un asunto serio.

En Río Tranquilo nos hospedamos en el camping Bellavista el cuál ofrece descuentos para viajeros en bicicleta: está fue la primera vez que vimos tantos ciclistas reunidos en un mismo espacio.

Bikepacking Carretera Austral
Bikepacking Carretera Austral
Bikepacking Carretera Austral

Motivados por el relato de nuestros queridos amigos Mark Watson y Hana Black decidimos visitar el Glaciar Exploradores, lo que implicaba tomar un desvío de 50 kilómetros al occidente. Los primeros 15 kilómetros fueron lentos y sentíamos las piernas muy cansadas; estábamos considerando abortar la misión. Pero unos minutos más tarde el paisaje se transformó: aires glaciares se sentían a lo lejos, el camino se fue estrechando y de repente nos encontramos rodeados de montañas enormes y silenciosas que nos daban la bienvenida a este mágico lugar.

Bikepacking Carretera Austral
Bikepacking Carretera Austral
Bikepacking Carretera Austral
Bikepacking Carretera Austral
Bikepacking Carretera Austral

Los miradores del Glaciar Exploradores están ubicados en dos puntos: el Parque Nacional Laguna San Rafael, administrado por el CONAF, y el Parque Exploradores de carácter privado. Ambos lugares estaban cerrados a la hora de nuestra llegada así que tendríamos que esperar para el otro día. Acampamos 5 kilómetros adelante a orillas del Río Exploradores y nos levantamos muy temprano para recorrer uno de los senderos. Aunque el día estuvo nublado, y no pudimos avistar el Glaciar, vibramos con el espíritu del lugar.

Bikepacking Carretera Austral
Bikepacking Carretera Austral
Bikepacking Carretera Austral

Nos quedamos con la ilusión de recorrer los 86 kilómetros de carretera hasta Bahía Exploradores; un camino que solo hasta 1943 logró ser cruzado por primera vez de occidente a oriente  por el explorador alemán Juan Augusto Grosse, en su búsqueda de conectar Río Tranquilo con el Pacífico. Nos queda está ruta en nuestra lista de deseos y ojalá se convierta en una misión para quienes leen este blog.

Mapa y GPX

El Patagonia Beer Trail

Patagonia Beer Trail Bikepacking

San Martín de los Andes – Villa Llanquín – Bariloche – Ñorquinco – Epuyén.

Caminos solitarios y remotos, sentimientos de aventura y libertad en el corazón de la Patagonia argentina. Una verdadera experiencia de bikepacking sudamericano.

EL PATAGONIA BEER TRAIL

El clima patagónico es quizás el elemento más extraño y ajeno a nuestra experiencia. Estuvimos cerca de dos semanas en la misma latitud (40 grados sur) para intentar comprender la dinámica de las temperaturas pero no encontramos ninguna pista; a veces hacía mucho frío, luego calor, después soplaba el viento, después ya no… En Colombia los pronósticos del tiempo tienen la misma precisión que el horóscopo y por eso son casi inexistentes para nosotros; pero en Patagonia estos modelos son una herramienta indispensable y todo el mundo está al tanto del clima, pues al final es el cielo quien determina el comportamiento de nosotros los humanos.

Patagonia Beer Trail Bikepacking

Así las cosas, con un panorama de tres días de buen clima nos embarcamos en dirección sur a través de la ruta Patagonia Beer Trail (PBT): aunque el nombre del camino no tiene nada que ver con la realidad. Si bien esta región es uno de los epicentros cerveceros más famosos del mundo debido al excelente hábitat para sembrar el lúpulo y por las aguas prístinas que  emanan de las montañas y glaciares, la oferta de cervezas artesanales se encuentra solo en las grandes ciudades (Bariloche, Bolsón, San Martín, etc.) y no al pie del camino como tanto lo hubiéramos deseado. Pero lo importante es que las famosas y deliciosas cervezas patagónicas estarán ahí para invocar los buenos vientos antes de partir o para celebrar la misión cumplida.

Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking

Salimos de San Martín por un camino empinado que rápidamente se desvío de la popular Ruta 40 y tomó destino hacia Villa Meliquina por una carretera de ripio que bordeaba las aguas turquesas del Río Caleufú. Remontamos el Paso del Córdoba, una trepada de 11 kilómetros desde donde divisamos inmensos valles. Más adelante conectamos con la carretera asfaltada Ruta 237 que lleva hacia Villa Llanquín, un interesante poblado al cual solo se puede acceder mediante un puente colgante o un planchón sobre el Río Limay.

Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking

En Villa Llanquín conocimos a Alejandro, un ciclista argentino de Neuquén que viaja en compañía de su linda y juiciosa perrita Cochina. Compartimos con ellos una cerveza con pan y algunas anécdotas de la vida y del camino.

Patagonia Beer Trail Bikepacking

Al día siguiente la ruta tomó otro semblante y los caminos se hicieron angostos y solitarios. Si bien gran parte de la ruta discurre por terrenos privados, casi que se puede decir que existe un acuerdo tácito del libre paso para ciclistas y caminantes con el compromiso de dejar cerrados siempre los portones para que no se escape el ganado, no hacer fuego ni acampar en estos predios.

Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking

Al final de la tarde llegamos a la cabecera municipal de Dina Huapi donde tuvimos acceso a internet y revisamos el pronóstico del clima. La ventana de tres días estaba por cerrarse y el panorama se pintaba de fuertes lluvias y nevadas, así que hicimos caso a los meteorólogos y buscamos refugio bajo techo en Bariloche.

Dicho y hecho, del cielo se desplomaron lloviznas y nevadas durante una semana. Nos causó curiosidad ver a la gente local impactada por la nieve en esa época del año y empezamos a oír de manera más recurrente que la primavera en 2023 se venía comportando de manera poco habitual.

Patagonia Beer Trail Bikepacking

Tanta quietud nos empezaba a colmar la paciencia, sobre todo porque el sabor de la última etapa había sido muy especial y queríamos volver a estar inmersos en esas sensaciones. Pero no había otra alternativa más que descansar, ocasionalmente leer y sobre todo estar con los ojos en la pantalla de las aplicaciones del clima hasta el punto de volvernos monotemáticos con el asunto.

Por fin hubo tregua y retomamos la ruta. Varios días de descanso nos dejaron con las piernas descargadas y pudimos avanzar con muy buena cadencia. Las nevadas de los días anteriores habían pintado un paisaje hermoso.

 

Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking

Para la segunda mitad de la ruta tuvimos varios cruces de ríos que después de las nevadas estuvieron más crecidos de lo normal. El primero de ellos, el Pichileufú (Pichi: pequeño, Leufú: río, en mapudungun) estuvo muy ancho, poco profundo, pero muy muy frío, un buen escenario para debutar. Estas maniobras de cruzar ríos nos tomaron mucho tiempo; los rodamientos del pedalier y de las ruedas, y en general todos los componentes de la bicicleta, sufren mucho al sumergirse en el agua. Por eso preferimos pasar el equipaje realizando varios porteos y luego cargar las bicicletas sin peso.

Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking

Teníamos tiempo a nuestro favor y continuamos más allá del punto de campamento sugerido para esta etapa. Llegamos a una estancia y mientras pasábamos por un costado los perros ladraron y apareció un hombre que nos invitó a pasar y que de alguna manera insistió en que acamparamos allí esa noche. Don Juan es el “puestero” de La Costa, así se denomina a los trabajadores que cuidan las estancias, pasa gran parte del tiempo solo y por esto entendimos su interés de compartir con alguien. Nos invitó a tomar unos mates y a comer asado de “caponcito”, y no lograba comprender por qué razón estábamos  viajando en bicicleta por esos parajes. Ya más entrados en confianza nos preguntó si estábamos pagando alguna promesa o penitencia, lo dijo en un tono serio y con algo de vergüenza. Pero reímos y simplemente recalcamos que la belleza de las tierras patagónicas siempre nos ha motivado e intrigado y que desde la bicicleta podemos percibir de manera más viva la naturaleza salvaje.

Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking

Al día siguiente partimos con mucha energía pues al mate que Don Juan ceba en las mañanas le pone azúcar, mucho azúcar. A los pocos kilómetros nos enfrentamos con el cruce del Río Las Bayas. Habíamos visto, en fotos de otros viajeros, que este cuerpo de agua no alcanzaba siquiera a ser un cauce sino varios charcos separados, pero en este caso la profundidad rozaba nuestras cinturas. Pasamos un tiempo largo tratando de buscar la mejor línea para cruzar. Recordamos esos días soporíferos de clase de mecánica de fluidos en la Universidad y al profesor recalcando que las corrientes se aceleran a medida que los canales son menos profundos, así que nuestra trivia empezó buscando la mejor seguidilla de secciones turbulentas.

Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking

Más adelante nos encontramos con otros dos ríos y secciones sumamente fangosas donde era imposible pedalear y muy difícil empujar las bicicletas pues las ruedas acumulan tanto barro que simplemente no pueden girar. El saldo fue una corta etapa de 20 kilómetros. Por fortuna alcanzamos a llegar a un vallecito que habíamos visto entre las curvas de nivel y allí pudimos tender la carpa.

Al otro día el repertorio fue del mismo porte: recorrimos el primer kilómetro en 4 horas y antes de completar los 4 kilómetros ya habíamos almorzado. Si bien estábamos disfrutando como nunca esa experiencia, y el sentimiento de aventura y silencio eran sobrecogedores y placenteros, el avance que veníamos registrando estaba muy por debajo de los planes; de seguir así nos íbamos a quedar sin comida.

Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking

Luego de cruzar un alto que estaba nevado en su cima las condiciones del camino mejoraron y descendimos a toda velocidad hasta un valle habitado por caballos salvajes de todos los colores. Enfrentamos el último cruce de río (Arroyo Mantoso) y el sol nos calentó, nos secó y sobre todo nos llenó de energía para remontar el último alto de la ruta. Desde allí descendimos con suma precaución pues el camino era de piedra filosa y en cualquier descuido se puede rajar una cubierta. Esa noche llegamos hasta una estación de tren abandonada donde pasamos la noche.

Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking
Patagonia Beer Trail Bikepacking

Desde ahí el camino regresó sobre carreteras de gravilla. Cruzamos el poblado de Ñorquinco y llegamos hasta El Maitén donde encontramos asilo en el camping municipal. En Maitén se encuentran ruinas y talleres del sistema ferroviario de La Trochita, otrora una importante línea de tren que conectaba los principales poblados de la Patagonia. Hoy solo queda el recuerdo y la añoranza de esos tiempos pasados en forma de monumentos construidos a partir de viejas locomotoras.

Patagonia Beer Trail Bikepacking

La línea original del PBT termina en el Bolsón, pero nosotros decidimos continuar hasta Epuyén. En esta jornada celebramos los primeros mil kilómetros de este proyecto Primavera Cero: La Patagonia en Bicicleta.

 

El PBT quedará guardado en nuestra memoría como una de las mejores experiencias de la vida. Estuvimos inmersos en paisajes solitarios, remotos y salvajes durante varios días, respirando naturaleza y aventura a cada instante. La conexión fue suprema en todos los aspectos; entre nosotros, con las bicicletas, con el entorno. Fuimos muy felices, nos divertimos mucho y con esta experiencia afirmamos que este es el estilo de viaje que nos motiva a seguir pedaleando por nuestra Cordillera de Los Andes.

 

¡Gracias por leer!

Mapa y GPX

Esta ruta fue documentada por el señor Taneli Roininen y está publicada en Bikepacking.com. Allí se puede encontrar información y noticias sobre la ruta. Así mismo recomendamos leer el relato de Hana y Mark para mas ideas e inspiriración.

¡Hola Chile, Chao Paipita!

ChileBikepacking

Luego de mucho tiempo de planeación y espera, estamos de viaje. Volamos a Santiago, tomamos un bus hasta Valdivia, y desde ahí empezamos a pedalear rumbo al sur por la península de la Patagonia. Primer cruce de Los Andes hacia Argentina y primeras sensaciones de este viaje austral.

Proyecto Primavera Cero: La Patagonia en Bicicleta.

Dieciocho meses atrás, durante una mañana de domingo, visualizamos con emoción y expectativa nuestro futuro y decidimos que iríamos a la Patagonia con nuestras bicicletas. Para entonces el plano financiero se visualizaba como el más crítico, así que pactamos una cuota de ahorro mensual y desde ese momento empezamos a considerar con mayor atención cada gasto y cada peso. Luego de un año nos mudamos a una ciudad pequeña y tranquila donde pudimos rebajar aún más el costo de vida, hicimos rendir más el tiempo, y sobre todo tuvimos la oportunidad de acceder de manera más expedita a las montañas para hacernos fuertes e invocar la sintonía del viaje. Desde el principio le pusimos nombre a nuestro proyecto: Primavera Cero, inspirados por la canción de Soda Stereo y por la congruencia entre la temporada del año en la que iríamos a Patagonia y la alta probabilidad de encontrar temperaturas por debajo de los cero grados celsius.

BoyacaBikepacking
Lago de Tota. Boyacá, Colombia.

Dejar atrás Bogotá, a sus 8 millones de habitantes y 36 años de afincada costumbre, y movernos a Paipa, un municipio de diez mil pobladores, supuso un cambio exótico pero totalmente satisfactorio y acertado. A la par de estas maniobras, tomamos otras decisiones importantes como recalcular nuestras expectativas profesionales y personales, pues en nuestro contexto socioeconómico dejar el trabajo para irse a buscar una aventura es un exabrupto que el sistema no valorará con elogios en nuestro futuro curriculum. Pero en medio de tantos cambios, había una inmensa sensación de tranquilidad y armonía al estar siguiendo los susurros tranquilos y firmes de nuestra conciencia.

BoyacaBikepacking

Permiso para aterrizar

Dieciocho meses después estábamos la madrugada del 3 de octubre en el Aeropuerto Internacional El Dorado en Bogotá, con dos cajas de cartón extradimensionadas, una tula de vinilo y dos boletos de ida a Santiago de Chile. Aunque la línea de deseo del viaje tenía origen en Argentina, el costo del pasaje a Buenos Aires o Mendoza era casi el triple. 

El primer obstáculo de la aventura estaba muy cerca en el proceso de check-in; tanto a las aerolíneas como a las autoridades migratorias no les convence que algunas personas compremos solo el tiquete de salida del país y nos vayamos a aventurar con nuestro futuro, por lo cual exigen un tiquete de regreso que demuestre que volveremos a nuestra patria y que no engrosaremos las cifras de migrantes ilegales. En el buen sentido de la palabra “hecha la ley, hecha la trampa”; y a través de la plataforma Onwardticket.com adquirimos por 15 dólares una reserva de viaje de regreso. Tal y como suena, este servicio consiste en un documento que prueba la reserva en un vuelo real, la cual está activa durante 48 horas, tiempo suficiente para complacer a la burocracia y lograr pasar a bordo. El costo del transporte de cada bicicleta fue de 125 dólares. Es importante reforzar los ojales o manijas de las cajas con cinta pegante pues en nuestro caso llegaron rotas a destino; es hasta lógico que el personal que sube el equipaje a los aviones tire de ellas con fuerza.

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Catalina Melo
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Jose Pacheco

Aterrizamos en Santiago de Chile, donde nuestra amiga Jerónima y su familia nos hospedaron y nos alimentaron por un par de días. Luego continuamos nuestro viaje motorizado en autobús hasta la ciudad de Valdivia donde habíamos pactado el inicio de nuestra travesía ciclística. El transporte de las bicicletas en autobús es todo un tema, tanto en Chile como en Argentina. Ninguna empresa nos garantizaba el transporte de las bicicletas (seguían empacadas en cajas), pues esto dependía de la capacidad de la bodega del vehículo, y la prioridad era el equipaje personal de los pasajeros. Por esto, no compramos ningún boleto por internet y fuimos en persona a la terminal de buses. Allí sucedió lo mismo, hasta que uno de los encargados del cargue de vehículos observó desde lejos la situación y vino en nuestro rescate. Este personaje, de orígen venezolano, seguramente sintió empatía con nuestro acento norteño y nos sugirió que estuviéramos de primeros en la fila de abordaje, conversó con el chofer y ayudante del bus sobre nuestra situación y todo quedó acordado. Al parecer las formalidades y protocolos de oficina son unos y la realidad en la plataforma es otra; cada tripulación (conductor y ayudante) son los que administran la operación y es con ellos con quién se debe conversar.

Ciudad de Valdivia, Chile

un prólogo por la selva valdiviana

Valdivia es una ciudad muy amable, nos sorprendió la cultura de los conductores quienes exageraban en gentileza para darle el paso a peatones y ciclistas (como te extrañamos Bogotá), y al ser un epicentro universitario abunda la gente jóven y la energía fresca y relajada. Desde allí realizamos un recorrido de tres días cuyo fin principal era probar la configuración del equipaje y el funcionamiento de las bicicletas; un prólogo, se diría en el mundo del ciclismo. Partimos en dirección occidente hacia el pueblo de Niebla y de ahí al norte por una carretera que bordeaba el Mar Pacífico. Aunque visitar el mar no estaba en los planes iniciales, fue una bonita manera de empezar el viaje y fungió como una forma de encomendarnos con la naturaleza; tocar el mar antes de treparnos a Los Andes.

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Chile Bikepacking
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ChileBikepacking
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Visitamos el Parque Oncol el cual protege una vasta extensión del ecosistema del Bosque Templado Valdiviano (conocido también como selva valdiviana). La entrada al parque costó 10.000 CLP los cuales incluían el derecho a acampar y a transitar por los senderos, pero la presencia de una lluvia copiosa y constante apenas nos dio chance para armar la carpa y guarecernos toda la noche. Al tercer día regresamos a Valdivia sin novedad en el frente y listos para arrancar en busca de la Patagonia.

Bikepacking
Perro Boxer
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verde, verde. tenemos bandera verde.

Partimos con la misión de ir en dirección perpendicular a la Cordillera y buscar el cruce a Argentina por el paso de Hua-Hum hacia San Martín de Los Andes. Chile es un país angosto y bastante desarrollado en su zona “céntrica” por lo cual la mayoría de las carreteras son asfaltadas; por esta razón quisimos buscar rápido Argentina donde habíamos previsto un itinerario sobre caminos de tierra. En esta primera sección no encontramos puntos de i-Overlander que indicaran lugares de “wild camping” y los campings organizados quedaban en centros poblados, por lo cual planificamos etapas largas sin mayores chances de cambiar el itinerario.

Chile Bikepacking
Panguipulli
Bikepacking

 

En este periplo cruzamos por inmensas praderas en fase de alistamiento para la siembra y por vistosas parcelas repletas de yuyos que anunciaban con sus colores amarillos la llegada de la primavera. A medida que ascendiamos, los bosques de pino y otras especies maderables se hacían más presentes.

Yuyos Amarillos

Chile es el país de Latinoamérica con mayor cantidad de volcanes; si bien la mayoría se encuentran en las regiones del Bío Bío y la Araucanía, un poco más al norte, tuvimos la suerte de avistar a los majestuosos Rukapillan y El Mocho.

Volcan El Mocho
Volcán El Mocho
Rukapillan
Volcán Rukapillán

Cruzamos el Lago Pirihueico en el primer ferry del día, el cual salió a las 9 de la mañana. Los horarios y frecuencias de este servicio cambian según la temporada por lo cual es recomendable revisar esta información con anterioridad. La frontera se encuentra a unos 15 kilómetros del lago. Luego de realizar los trámites de migración el camino empieza a mostrar sus dificultades. Por un lado la superficie pasa de asfalto a destapado y las pendientes se tornan exigentes y largas. Por otro lado, hay una gran presencia de vehículos, no solo por el cruce con Chile, sino porque el Lago Lacar es muy frecuentado por turistas y locales.

 

Chile Bikepacking

Luego de una etapa muy larga llegamos a San Martín de Los Andes, puerta de oro de la Patagonia argentina. Ese día fue muy especial pues significó nuestro primer cruce de la Cordillera de Los Andes, aún con señales de que el invierno apenas se estaba marchando.

Las sensaciones durante esta primera sección fueron muy satisfactorias pues sentimos que nuestros músculos y pulmones respondieron muy bien a las nuevas condiciones de pedaleo; pilotar bicicletas con carga es toda una novedad tanto en lo físico como en lo técnico. El frío, quizás el elemento más extraño para nuestra condición tropical, nos jugó pasadas extrañas. En varias ocasiones antes de que se ocultara el sol ya estábamos vestidos con todo nuestro arsenal de ropa; emplumados, con la cara tapada y tiritando de frío. En Colombia no tenemos ese tipo de frío, que acecha por todos los rincones, incontrolable, como si fuera líquido.

Chile Bikepacking
Chile Bikepacking
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Aunque es muy temprano para decirlo, nos sucedió algo que creemos es lo más importante para un viaje de bicicleta, y en general para planes donde se requiera una honesta complicidad: estábamos conectados. No había pasado que recordar, ni futuro que construir, simplemente estábamos ahí, suspendidos en el presente con una sonrisa inmensa en nuestras caras y siendo felices en el otro. Vivir esa sensación es algo muy especial, es quizás lo más cercano a la verdadera felicidad, es sobre todo una validación cósmica de que nuestro destino está alineado con el universo.

¡Gracias por leer!

Próximamente: El Volcán Lanín.

Mapa y GPX

LAS GOTERAS DE LA PATAGONIA

Operación Éxodo: COVID-19

Nunca imaginamos que tuviéramos que abandonar el viaje de una manera tan abrupta. Veníamos felices rodando por un mundo mágico de ríos y lagos, de rayos de sol y árboles humeantes; de naturaleza viviente. Y de repente, sin pensarlo, ni calcularlo, ni especularlo, estábamos en un avión de regreso a Colombia. Tan pronto retomamos contacto con la civilización, luego de varios días de soledad y aventura por la frontera entre Argentina y Chile, nos enteramos de que el mundo entraba en una crisis de proporciones bíblicas producto del inesperado brote de Coronavirus y entonces la instrucción de regresar a casa se hizo obligatoria. Apenas logramos asomarnos a la Patagonia, sentimos las primeras ráfagas de viento aún tenue, nos ha quedado una tarea pendiente, una espinita que esperamos subsanar pronto y sobre todo una gran motivación para cada instante del presente.

Estamos muy agradecidos con la vida y sus poderes por habernos dado esta bonita oportunidad; la hemos aprovechado, hemos crecido y estamos aún más enamorados de la América del Sur. Las bicicletas y sus jinetes estamos sanos y salvos en casa, gracias a todos los que nos acompañaron en este gran viaje de la vida.

Este es el último relato de la temporada Un Viaje al Fin del Mundo.

Habíamos cruzado nuevamente a la Argentina por del paso fronterizo de Huahum, el cual conecta a Chile con el corredor turístico de los siete lagos en el norte de la Patagonia por medio de una carretera destapada en muy buenas condiciones. En pleno pico de temporada el tráfico vehicular y sus velocidades son considerables. Cuando esto sucede, es muy probable que las ruedas de los carros despidan piedras con gran ímpetu y en dirección aleatoria, haciendo que el camino fuera largo y estresante para nosotros. Por ahí se oían golpes de piedrecillas sobre los 4130s. Cuando coronábamos las ultimas rampas de la primera etapa nos encontramos con un colega cicloviajero en apuros: tensor doblado, cadena atascada y un radio roto, pero dado que en este gremio nos caracterizamos por el espíritu de cooperación, desplegamos nuestro arsenal de herramientas y los Mario y Jose Pacheco se pusieron en el trabajo. Vestido con la camiseta de “La Roja” Gonzalo Bolados se convertiría a la postre en otro gran amigo de la banda. Gonzalo es un tipo calmado y sencillo, odontólogo de profesión, pero surfista de corazón, vive en la región de Antofagasta al norte de Chile donde a través de su fundación Protección Oceánica trabaja y lucha por el cuidado de los mares. Logramos reparar su máquina y dejarle un par de cambios funcionado para poder llegar juntos a San Martín de los Andes. Seguro nos volveremos a ver con el viejo Gonza.

Aunque acumulábamos mucho cansancio en las piernas, pactamos estirar nuestra resistencia 300 kilómetros más para llegar a Bariloche y allí buscar algún hostal “barato” donde pudiéramos descansar un par de días de manera más efectiva.

Esos tres días de asfalto por la Ruta 40 fueron tranquilos. La carretera no presentaba grandes desniveles y los inmensos lagos que rodeábamos nos invitaban a parar y descansar mientras sacábamos fotos con nuestra memoria. En estos paralelos de Sudamérica la cultura de viaje y de vida al aire libre por parte de los locales es muy grande y existen muchas facilidades: lugares de campamento, baños, estacionamientos, tiendas.

Pasamos cuatro días en Bariloche. El tiempo nos mantuvo ocupados, además de descansar y cambiar repuestos de bicicletas, no escatimamos en caracterizar las incontables cervecerías artesanales que se encuentran dispersas por el centro de la ciudad. Tuvimos el placer de conocer a otro de los secos del Bikepacking de larga distancia: Tristan Ridley, un caballero inglés que lleva más de 60 sellos en su pasaporte y 3 años en la carretera y que se ha ocupado por mantener el estilo de aventura y exploración durante su viaje. Tristan había pasado harto tiempo en la Patagonia y nos sugirió rutas y destinos, estuvimos varias horas mirando mapas y degustando la oferta de ales del patio cervecero del Wesley. Nos comprometimos con Tristan a tenerle una ruta categórica para cuando llegue a Colombia, ¡vamos para esa!

Partimos de Bariloche pasado el mediodía, pedaleamos una etapa corta hasta el Lago Mascardi donde acampamos a la orilla de sus aguas. Al día siguiente la ruta regresaba nuevamente sobre el terreno destapado, a través de carreteras poco usadas y de senderos que componen la red de caminos llamada “Huella Andina”. Estos caminos han existido hace mucho tiempo y en 2008 varias instituciones locales empezaron su recuperación y señalización para generar acceso a esta experiencia natural, desafortunadamente el Gobierno retiro su apoyo. El grupo local Cycling Patagonia ha venido trabajando en la habilitación de partes del sendero para ser recorridos en bicicleta y gracias a ellos conseguimos el archivo GPX de la ruta. El trazado es de cinco estrellas, a veces es muy cerrado y la vegetación reclama su lugar, pero con calma y agrado se puede transitar y abrir el camino. Así mismo hay incontables secciones pedaleables por el bosque que nunca vas a olvidar, en especial el descenso hacia el Lago Steffen sobre el cual acuatizamos a sus bondades. Esa noche llegamos al Camping Kaleuche a orillas del Río Manso con algunos panes, frutas y vinos frescos. Mientras la tarde despuntaba en un cielo inmenso de muchos azules, nos dábamos un baño en el Rio Manso, cálido y benefactor, festejando otro gran epilogo de los días del Monteadentro.

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Nuestra llegada al Bolsón distó años luz de cómo nos la habíamos imaginado, en especial para Sergio y Jose Pacheco quienes eran los que más querían atracar en esta villa. Ese día el grupo se había dividido y Mario y Sergio rodaban unas horas atrás de los otros tres. El último tramo de la etapa conectaba un resort de ski abandonado con una carretera de tierra, a través de un bosque con caminos estrechos, ramas, raíces y pedazos técnicos. Un tronco sobre el camino dinamitó el equilibrio de Sergio quien cayó al piso y fue herido por una rama traicionera a la altura de la cadera. La sangre y su color teñían con angustia un escenario ya complicado. Sergio empezó a sentir un dolor muy fuerte y el afán por comprimir la herida con trapos y ropas le impedían lidiar con la bicicleta, así que escondieron el equipaje en el bosque para escapar caminando. Mario tomo la avanzada en aras de buscar ayuda, encontró a un trabajador de la zona quien aviso por radio a una finca cercana sobre la novedad. Cuando Sergio y Mario llegaron a la finca, un par de horas después, un enfermero estaba allí para prestar un primer auxilio y a los pocos minutos llego una ambulancia que a la postre llevaría a Sergio al hospital del Bolsón a eso de las 8 de la noche.

Esta situación nos conmovió mucho, nos dolió y nos dio tristeza ver a Sergio en esas. Estando en el Bolsón a finales del verano, después de lo que ha pasado este último tiempo no quieres estar pasando las noches en un cuarto de hospital. Por el lado positivo, despertamos un sentimiento de solidaridad y fuimos llamados a la reflexión por parte del destino, aún benevolente. Por unos 4 o 5 días estuvimos en el Bolsón, visitando a Sergio, llevándole chocolates y panecillos, acompañando con conversa sus monótonas horas de reposo y recuperación.

El Hospital del Bolsón acogió a Sergio con todos los cuidados y afectos posibles. La atención, la alimentación, el cuidado y los cuatro puntos de sutura fueron de primera excelencia y no consto ni un peso. “La salud es gratis en la Argentina gracias a Perón!, que no se te olvide eso ché…” nos recalcó Santiago, una amistad pasajera, cuando le contábamos de nuestra situación en una noche de cervezas en el hostal-bar donde nos habíamos guarecido a un par de cuadras del Hospital. Sergio quedo instalado en un hospedaje cómodo y hogareño, con su equipo ordenado y medicamentos completos. Acordamos que nos encontraríamos más adelante donde el pudiera llegar en bus, y que estaríamos en contacto para ver como evolucionaba su recuperación y así ajustar la estrategia de reencuentro.

Establecimos un nuevo record mundial de la pernicia, al largar la etapa 117 pasadas las cinco de la tarde, con una buena dosis de Quilmes en la guantera para festejar el onomástico de Diego Supelano, faltaba más. Esa noche carpamos cerca del Lago Epuyén y ofrecimos un banquete de hamburguesas. Al otro día partimos en dirección al Parque Los Alerces. Lo más conveniente para nosotros era refugiarnos en el parque por unos 3 o 4 días, con calma, haciendo tiempo mientras Sergio se recuperaba, aprovechando el descanso de los lugares de camping, los lagos, las montañas, los ríos. El Parque Nacional Los Alerces es patrimonio de la humanidad debido a su inmensa riqueza y esplendor natural, y dado que arribamos formalmente fuera de temporada, principios de abril, no tuvimos que hacer ningún pago de ingreso.

A eso del cuarto día continuamos nuestro camino hacia el pueblo de Trevelin, tanta modorra en el parque nos estaba mal acostumbrando. Al llegar a Trevelin paramos en un pequeño restaurante con wifi y encontramos una bonita sorpresa: Hana y Mark estaban a un par de kilómetros del pueblo y nos juntamos nuevamente. Nuestras líneas de deseo coincidían por los próximos cientos de kilómetros. Ambos equipos seguíamos un camino remoto e interesante que ha venido ganando popularidad en el gremio y que consiste en pasar a Chile por el paso de Las Pampas y conectar los poblados de Lago Verde y la Tapera a través de La Ruta de los Troperos. Así las cosas, partimos en compañía hacia el sur.

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De a pocos el viento se empezaba a sentir más frio e intenso, parar a comer o a sacar una foto implicaba ponerse algún abrigo y los paisajes se hacían más extensos y solitarios. Pasamos por el Lago Palena o Vinitter, cada país le tiene su nombre, y acampamos en una bonita pradera junto al espejo de agua. Regresamos nuevamente a Chile a través del épico paso de Las Pampas, un control donde no se realizan muchos trámites pues es posible cruzar solamente caminando, a caballo, o en bicicleta, hay varios ríos y la carretera es estrecha y pedregosa. Cruzar la frontera implicó literalmente, abrir un portón de madera y cambiar de feudo.

En Chile llegamos al pequeño pueblo de Lago Verde, allí los trámites migratorios fueron algo más estrictos y los carabineros nos abordaron con un formato en el cual declarábamos no haber sufrido síntomas de fiebre o malestar, pues se temía el brote infeccioso de una tal enfermedad llamada Coronavirus. No prestamos mucha atención pues el día había estado lluvioso y queríamos armar las carpas, cambiarnos de ropa y comer algo caliente. Esa noche acampamos a orillas del Lago Verde entre una atmósfera muy húmeda y pacífica.

Las dos etapas siguientes hasta La Tapera fueron supremas. Este camino ha sido usado desde hace mucho tiempo por indígenas y lugareños para transportar sus animales, y dada la existencia de la Carretera Austral a unos pocos kilómetros al occidente, este trazado no recibe obras de mantenimiento ni atención. Esto supone un lugar solitario, lleno de aventura, humedad y vegetación, las pendientes son exigentes y sobre un terreno difícil. Encontramos varias secciones en descenso sobre tierra húmeda y con curvas en peralte, es imposible describir la energía que se siente al ir bajando a gran velocidad por estos caminos en una bicicleta en la que toda tu vida va empacada en unas maletas.

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Un último cruce de rio no separaba de La Tapera. Los planes de Hana y Mark apuntaban a desviarse un poco al norte para visitar el Parque Nacional Pumalín, mientras que nosotros seguiríamos hacia el sur tomando la Carretera Austral, así que ofrecimos una velada de despedida con buenas cantidades de vino y cerveza. Esa noche prendimos una tenue fogata, hablamos de temas más profundos e íntimos de nuestras vidas. En siete mil kilómetros de viaje nos habíamos juntado tres veces para rodar, una bonita amistad entre “El estado del arte” y los “Cinco hermanos colombianos” se había forjado. La relación que desenvolvimos con Hana y Mark significa mucho para nosotros, es una señal muy grande del destino, es una circunstancia que nos da una motivación muy grande para seguir creciendo en esto del ciclismo de aventura.

Si a la mañana siguiente alguien nos hubiera dicho que esa sería nuestra última etapa lo habríamos tildado de loco orate demente. Salimos a la Carretera Austral hasta el pequeño pueblito de Villa Amengual, entramos a un supermercado a comprar algo de comida y la señora que atendía en el mostrador se exalto con nuestra presencia, otros clientes que estaban en el local se alejaron y se taparon la cara. Algo raro sucedía. Al rato conseguimos conexión a internet y mientras comíamos un pequeño emparedado con gaseosa, nos empezábamos a enterar que el mundo se estaba desbaratando y que una enfermedad llamada Coronavirus 19 ponía en jaque mate a toda la humanidad. En las 3 horas que estuvimos pegados a la red comunicándonos con amigos y familiares para comprender mejor la situación, Argentina cerro sus Parques Nacionales y la frontera por la que deberíamos pasar en un par de semanas. Colombia anuncio que sus aeropuertos serían clausurados en 3 días.

De manera acertada Jose Román visualizo que se venía una coyuntura nunca vista por nosotros y que debíamos poner todo nuestro empeño en regresar a casa lo más rápido posible y se hecho al hombro la “operación éxodo”. Siendo las 11 de la noche contratamos una camioneta que nos llevó hasta la ciudad de Coyhaique a dos horas de camino. Nos despedimos de Mark y Hana con un fuerte y melancólico abrazo, 24 horas antes fantaseábamos con llegar al Tierra del Fuego en un par de meses y ahora nos estamos diciendo hasta luego. Al llegar a Coyahique fuimos rechazados en varios hospedajes pues se habían reportado dos casos del virus en la ciudad y el enemigo principal era el turista. A eso de las 3 de la mañana conseguimos acomodo e inmediatamente empezamos el proceso de compra de pasajes aéreos, apenas tuvimos un día para conseguir cajas para las bicicletas y empacar. Para entonces Sergio aún no se había reunido con nosotros de vuelta, venia un poco más al norte a ritmo lento dándole tiempo a su humanidad de cicatrizar su herida. Pudimos comunicarnos y reencontrarnos en Coyhaique, un saludo agridulce pues daba alegría verlo sano y salvo, pero bajo una circunstancia diferente. Todos teníamos una especie de corto circuito en la cabeza, nuestro espíritu no lograba entender lo que estaba pasando.

A la mañana siguiente un microbús nos llevó al aeropuerto Balmaceda donde muchos turistas se enfrentaban a la misma situación que nosotros. En el aeropuerto de Santiago gastamos nuestros últimos pesos en un buen almuerzo con cervezas y cruzábamos los dedos pues veíamos cómo en las pantallas el letrero de “cancelado” aparecía en más y más vuelos. Abordamos el avión de Lan de regreso a Bogotá y en la misma aeronave venia el equipo de ciclismo Inder Medellín quienes días anteriores habían conquistado el Gran Premio de la Patagonia con el escarabajo Jose Tito Hernández. En la comitiva se encontraba Fabio Duarte, campeón vigente de la Vuelta a Colombia y excampeón mundial sub 23, y Oscar Sevilla “el niño”, figura del pedalismo mundial. De manera pueril y tratando de librar el estrés y la frustración de la situación, nos mofábamos diciendo que en ese avión viajaba la crema y nata del ciclismo colombiano.

Casi tres meses después de aterrizar escribimos este último párrafo de las vivencias del proyecto Rodando Los Andes: Un viaje al fin del mundo, el cual voló por 7.319 km a orillas de la Cordillera de los Andes. Al ver la crisis que se desencadeno en todo el planeta no podemos sentirnos más que afortunados de haber conseguido llegar a casa sanos y salvos, pero fue muy duro escapar de esta manera, cuesta trabajo entender que esta es la realidad. Aunque quedó un saldo de 3.000 km y no pudimos hollar los 55 grados de latitud sur donde habíamos establecido nuestro “fin del mundo”, consideramos que cumplimos con los objetivos pactados. Mantuvimos el estilo de la aventura, superamos las dificultades más grandes del camino y dejamos la bandera por lo alto. Crecimos como seres humanos, somos personas diferentes, hemos cumplido un sueño, y atesoraremos esta personal para siempre. Pero sobre todo nos hemos vueltos adictos a los viajes en bicicleta.

Volveremos!